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·21. November 2024
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Las declaraciones de Alfredo Morelos tras la expulsión de Efraín Juárez ante Santa Fe, abren una discusión fundamental sobre el lugar de la celebración en el fútbol.
“Si el otro equipo no quiere que celebremos, que no se dejen hacer gol”, dijo, sintetizando una postura que respalda la euforia del triunfo como parte natural del juego. Más allá del contenido de su afirmación, estas palabras reflejan un debate recurrente en el fútbol: ¿Dónde está la línea entre la pasión y la falta de respeto?
“Todo lo que estamos viviendo ahorita es normal para mí. Yo, pensando como jugador, como delantero, gracias a Dios he marcado muchos goles y he celebrado de mil maneras. Como jugador, si uno marca, uno celebra. Eso no tiene que afectar al otro equipo. ¿Entonces para qué se dejan hacer un gol? No se lo dejen hacer y ya. Si el otro equipo no quiere que celebremos, que no se dejen hacer gol. Es la verdad y la realidad del fútbol”.
En este caso, el contexto es clave. Atlético Nacional venía de una victoria emotiva sobre Santa Fe, un rival tradicional, en el inicio de cuadrangulares. Efraín Juárez, DT verdolaga, celebró de manera efusiva, lo que generó molestia en el banquillo cardenal, especialmente en Elvis Perlaza. No era la primera vez que Juárez enfrentaba críticas por sus expresiones de alegría: ya había sido sancionado tras festejar intensamente la clasificación a la final de Copa frente al DIM. Esto plantea la pregunta de si el problema es su estilo de celebración o el momento y lugar donde lo hace.
La euforia en el fútbol no es ajena a la controversia. Grandes figuras han sido sancionadas por festejos “provocadores”, aunque la interpretación de lo que constituye una provocación varía según el contexto. Por un lado, los detractores de estas celebraciones consideran que pueden ser irrespetuosas hacia el rival y encender tensiones innecesarias. Por otro lado, quienes las defienden, como Morelos, señalan que el fútbol es un juego de emociones, y contener la alegría por un gol o una victoria significativa sería traicionar la esencia del deporte.
En última instancia, el debate no solo trata de las emociones en el fútbol, sino de la coexistencia de la pasión y el respeto. ¿Es posible celebrar con intensidad sin que sea visto como un acto provocador? Las palabras de Morelos y los hechos recientes en Atlético Nacional nos invitan a reflexionar sobre cómo el fútbol puede mantener su intensidad sin perder su espíritu deportivo. Al final, quizá lo que se necesita no es limitar la celebración, sino aprender a manejar la frustración que esta puede generar en el rival.
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