
La Galerna
·7. August 2025
Solo existe lo que siento

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(Ayer fue el aniversario del asesinato del expresidente del FC Barcelona Josep Sunyol durante la Guerra Civil. El mundo culé, con las redes sociales del club al frente, volvieron a presentar el suceso como prueba de la presunta resistencia culé al franquismo. Pepe Kollins reacciona con este texto a la falsificación de los hechos).
El verdadero rival del FC Barcelona no es el Real Madrid, sino la realidad. Ese ha sido su gran adversario desde hace mucho tiempo, pero sobre todo desde los años 80 y 90, cuando se multiplicó la reinterpretación histórica de los hechos acaecidos anteriormente en clave victimista nacionalista. Y es que el Barça es en esencia una entidad política. En el ámbito deportivo, sí, pero con una significación y un sentido marcadamente político. El sentimiento del “més que un club” apunta a la identificación de la entidad con un sector importante de la sociedad catalana que siente que Cataluña ha sido limitada y hasta oprimida históricamente por Madrid, es decir, por España. En ese relato, no solo se distorsiona la realidad de la propia entidad sino también la de otros clubs, principalmente el Real Madrid, al que se le confiere el sentido político contrario, conformando una historia tan cautivadora para el catalanismo como alejada de los verdaderos hechos.
Pero no por incierta esa interpretación de los acontecimientos ha sido menos efectiva. El “relato” ha calado de generación en generación, con historias falseadas por la propia entidad, por una legión de historiadores que han retorcido lo ocurrido (¿desinteresadamente?) y por una prensa sin el menor tipo de escrúpulos o, simplemente, cegada por el propio relato. Para comprender la mentalidad del aficionado azulgrana catalán, basta con repasar algunos episodios, de los años 40 ó 50, descritos por historiadores modernos del FC Barcelona ante los que ofrecen, cada uno, una versión distinta. Cuatro, cinco, hasta seis versiones diferentes, muchas de ellas incompatibles, pero que no por ello dejan de integrarse todas en el relato común, ya que cumplen el requisito suficiente para otorgarles crédito: que sean coherentes con esa significación política.
El verdadero rival del FC Barcelona no es el Real Madrid, sino la realidad. Ese ha sido su gran adversario desde hace mucho tiempo, pero sobre todo desde los años 80 y 90, cuando se multiplicó la reinterpretación histórica de los hechos acaecidos anteriormente, en clave victimista nacionalista
El Barcelona es una realidad anterior al propio Barcelona. El Barça es una emoción de reafirmación identitaria nacionalista (“somos diferentes”), con un instinto de superioridad (“somos mejores”) y que trata de explicar la discordancia con la realidad (no ser el que más ha ganado) en base a una teoría victimista (“Madrid, España, no nos lo ha permitido”). Por lo tanto, siempre ganan. Cuando el Barcelona triunfa, se confirma su tesis (“somos los mejores”), pero es que cuando pierde, también (“porque no nos dejan”). Para integrarse en el imaginario barcelonista, cualquier hecho deportivo que suceda tiene que encuadrarse en esos principios. Si no lo hace, es descartado mentalmente por una afición que no lo procesa, lo ignora, o, lo más frecuente, lo reinterpreta siempre en base a una tesis que encaje con el relato. Da igual lo disparatada que sea, la ausencia de información que la sustente o la inexistencia de fuentes que la certifiquen. Si es en favor del relato, se admite y se integra.
“Ganar la Copa de Europa no es tan importante, porque nosotros no la hemos ganado nunca y somos el mejor club del mundo”, confesó José Luis Núñez en una entrevista a La Vanguardia anterior a la final de Wembley. Un presidente que, una vez la ganaron y recibieron una distinción por parte del ayuntamiento de Barcelona, en el discurso de agradecimiento manifestó sentir “un gran orgullo al tratarse de la ciudad que lleva el nombre del club”. El Barcelona es anterior a la propia Barcino, es como ese relato de Quim Monzó que describe al primer hombre primitivo, produciendo un sonido gutural diferente cada vez que tocaba algo (una flor, una piedra, un arbusto, un insecto…) hasta que finalmente posa la mano sobre la tierra y dice“¡Catalunya!”.
El Madrid, en el mismo sentido, es, desde esta óptica, muy anterior a su propia fundación. Es Felipe V, son los Reyes Católicos, la Inquisición y toda la leyenda de la España negra, es el centralismo, el poder (en cualquier ámbito) y el fascismo. Una significación que ha sido aceptada, con los años, por el antimadridismo en general, e incluso por sectores de capas sociales que, pese a no interesarles el fútbol, repudian, desde una óptica social o política, a la entidad blanca, al dar por buena esa (falsa) asociación.
El Madrid ganaba mucho por el franquismo, luego por el PP y luego porque Florentino es un oligarca que domina el mundo. Esas tendencias a la distorsión de la realidad han generado cientos de fakes que consolidan la idea de un Barça asediado, diezmado, adalid de la libertad, y de un Real Madrid corrupto y opresor. Una de esas mentiras elaboradas es la de que el régimen de Franco fusiló a Josep Sunyol por ser presidente del Barça. Una historia que está ampliamente extendida entre el barcelonismo autóctono que lo esgrime, con frecuencia, cuando alguien les reprocha el haber sido el equipo más ayudado por el régimen de Franco.
Las versiones que surgen del hecho original, el miserable fusilamiento de Josep Sunyol, tratan de consolidar la persecución al club, pero lo cierto es que nunca un presidente del Barça en activo fue fusilado. Josep Sunyol fue un político, de ERC, que ostentó durante once meses la presidencia del FC Barcelona. Una semana antes del alzamiento, dimitió por incompatibilidad del cargo con sus actividades políticas y empresariales. Un mes después, integrando una comisión de visita a las tropas ubicadas en la sierra de Guadarrama, en su condición de diputado y junto al director de Obras Hidráulicas y dos militares republicanos, el chófer y un teniente de las milicias, traspasaron, por equivocación, las líneas enemigas. Allí mismo, donde les detuvieron, fueron ejecutados.
Obviamente, el horrible acto fue una reacción a su condición política, y ni siquiera resulta verosímil que fuera reconocido por las milicias fascistas como un “ex presidente del FC Barcelona”, toda vez que en aquellos tiempos apenas había difusión de fotografías en la prensa, como demuestra el hecho de que varios futbolistas (Ricardo Zamora o José Ramón Sauto) se libraron de ese mismo destino tras ser identificados por alguno de sus captores que los habían visto “in situ”, desde las gradas, mientras que para la gran mayoría habían pasado desapercibidos.
el presidente del madrid Antonio Ortega fue ejecutado por su condición política, militar comunista, del mismo modo que el presidente del Real Madrid hasta el conflicto, Rafael Sánchez Guerra, fue condenado a cadena perpetua por su apoyo a la República. Jamás mediaron factores deportivos. Tampoco en el caso de Sunyol. no fue ejecutado por nada que tuviera que ver con el barcelona
Ningún artículo de la prensa generalista de Madrid y Barcelona detallaba la condición de expresidente del Barcelona, ni mencionaba al club, al informar del fusilamiento de Sunyol. En cualquier caso, aunque lo hubieran reconocido como tal, no habría motivos para que ese hecho derivase en una ejecución. En ese momento, el fútbol ni era una actividad con tanta implantación y trascendencia como hoy, ni existía un enfrentamiento tan enconado entre el Barça y el Real Madrid, más allá de algún pique deportivo sin la mayor relevancia. La guerra civil fue un fenómeno transversal que afectó a todos por igual. Algunos estudios cifran en casi 200 los jugadores, técnicos y dirigentes del fútbol español que perdieron la vida, muchos ejecutados. Entre ellos algunos madridistas, como el presidente Antonio Ortega, ejecutado por su condición política, militar comunista, del mismo modo que el presidente del Real Madrid hasta el conflicto, Rafael Sánchez Guerra, fue condenado a cadena perpetua por su apoyo a la República. Jamás mediaron factores deportivos. Tampoco en el caso de Sunyol. No fue ejecutado por nada que tuviera que ver con el Barcelona.
Ello no ha evitado que el imaginario culé haya integrado la farsa de un presidente del Barcelona ejecutado por esa condición, aunque, en la medida que encaja en la lógica de su relato, ha sido dado por bueno, como tantas otras historias inventadas. Otras han sido directamente ocultadas, como el veto del Barcelona al Real Madrid para integrarse en el campeonato de Catalunya cuando la capital comenzó a sufrir el asedio de las tropas franquistas, y que contaba con el beneplácito del resto de equipos catalanes. O la designación como Batallón Sunyol a las tropas conformadas por deportistas afines a la República, cuya instrucción se hacía en el estadio de Chamartín y cuya sede se encontraba en las oficinas del Madrid CF (Real Madrid).
Pero para el barcelonismo solo existe lo que esta en sintonía con lo que sienten. Sea verdad o no.
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