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La Galerna

·23 November 2025

2-2: Y a lo mejor hay que dar las gracias

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En un partido con poca alma, mucha imprecisión y casi ningún juego, el Madrid arrancó en Elche un punto que le permite mantener el liderato, pero en el que se deja gran parte del crédito obtenido ante Juve, Barça y Valencia. La triada Anfield-Vallecas-Elche ha hecho mucho daño.

En la resaca vespertina de la flamígera intervención de Florentino Pérez en la Asamblea, el Madrid se presentaba en Elche con un once que elevó numerosas cejas en el madridismo tuitero y la prensa afín, si la hubiere. ¿Tres centrales (Huijsen, Asencio, Carreras)? ¿Vini suplente? ¿Valverde suplente? ¿Ceballos titular? ¿Rodrygo en la alineación? Trent y Fran García reeditaban, a priori, la figura del carrilero. Una formación y una amalgama inusuales que no aclararían ni su porqué ni su funcionamiento en ningún momento del encuentro. (Pronto se vio que en realidad no se trataba de una defensa con tres centrales, sino de una suerte de doble lateral con el gallego y el manchego. O qué sé yo).


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El Elche planteó una presión altísima que ya desde el pitido inicial produjo algún error peligroso en la entrega por parte de Huijsen. El Madrid trató de replicar dicha presión, y Mbappé la tuvo tras una buena entrega de Güler, pero seguía costando descifrar el revoltijo táctico de Xabi. Rafa Mir remató fuera por poco en medio de un comienzo tan poco estimulante para los blancos (hoy azules) como esta navidad cada año más precipitada que nos endilgan. Muy poco después, el profundo empane de los madridistas generó una ocasión clarísima del propio Mir. Tapó Courtois en el área pequeña.

Puf.

La triada Anfield-Vallecas-Elche ha hecho mucho daño

Asencio remató de cabeza, fuera por poco, un córner de Trent, pero las cosas seguían sin funcionar ni remotamente, y el Elche imponia su posesión, dando la razón a los peligros que en su previa de La Galerna señalaba Alberto Cosín.

Al borde de los 25 minutos, un Fran García casi en posición de media punta (nada se entendía) producía una dejada de lujo que Güler resolvía con un balón ligeramente por encima del larguero. Pero no se asentaba ningún dominio blanco ni se contragolpeaba con peligro. Nos salvábamos de milagro, porque en una catastrófica asistencia involuntaria de Huijsen la volvió a tener el Elche.

La tuvo Mbappé en un contragolpe, pero ni siquiera el francés se mostraba letal. Su torpe último toque permitió despejar a Iñaki Peña. En los de Xabi, solo se salvaba un expeditivo Asencio, aunque para dejar mal al cronista un sensacional centro de Trent lo remató a bocajarro Mbappé para el paradón soberbio de Peña. El inglés apuntaba destellos del guante que tiene en la diestra, pero sin continuidad, y tampoco se veía acompañado ni por un Ceballos desaparecido ni por un torpe Güler ni por un Bellingham excesivamente flemático. Courtois tuvo que salvar ante André da Silva ante la pasividad de Trent. Se mascaba un desastre que por fortuna no se concretaba.

Como fórmula de ataque, el Madrid proponía básicamente una sucesión de paredes imposibles en la frontal del área. La frustración generada por esta impotencia casi le causa un disgusto a Ceballos en una entrada a destiempo, pero el árbitro no le expulsó pese al desesperado llamamiento de la retransmisión de Carlos Martínez al VAR. Y con esa misma frustración se llegó al descanso.

A la vuelta del mismo, una gran jugada de Mbappé por la izquierda derivó en  un remate de Rodrygo que fue atajado por Peña. Fue un espejismo. Una combinación en la frontal de las que no salían al Madrid salió perfecta a los locales. Un gran taconazo se convirtió en una perfecta asistencia a Febas. El balón tocó en el poste y entró llorando, emulando al madridismo.

Reaccionó Xabi. Dentro Camavinga, Vinicius y Valverde. Fuera Ceballos, Rodrygo y Fran García (difícil decir cuál estuvo peor). El Madrid decidió empezar a jugar (o no siquiera). Calentaba Gonzalo. Si íbamos a asistir al milagro de verlo en acción, no podía descartarse el de la remontada. Se fue Güler para hacerle sitio, y nada más entrar el canterano remató de cabeza fuera. Ya teníamos el milagro delante. El de Gonzalo jugando. El de la remontada no lo cataríamos.

Dijimos antes que el Madrid se puso a jugar (o no). Fue que no. Ni un solo balón dividido se llevaban los madridistas, que aun así la tuvieron en una internada de Vini que no concretó su pase a Mbappé. Empató Huijsen en un córner, rebañando a la remanguillé un remate de Bellingham, pero el juego no había mejorado un ápice. Cundía un indecente correcalles (indecente para el Madrid, el Elche bastante hace). Álvaro Rodríguez, fiel a la ley del ex, como antes lo había sido Febas, se marcó una gran jugada individual y disparó desde fuera para marcar un golazo espectacular. 2-1.

A su manera desangelada, laxa, el Madrid apretó a continuación y Bellingham marcó con oportunismo. Se quedó tirado en el suelo Peña para ver si anulaban el gol. Lo cierto es que Peña sangraba. Se consideró el choque fruto de la mala suerte y se dio validez al tanto del inglés.

El Madrid se conjuró. Una gran jugada de Bellingham con balón en profundidad a Camavinga (que acabó de lateral) no la remató Gonzalo por los pelos. En el partido roto de los últimos suspiros, cualquier cosa podía pasar. Pero no pasó nada más, y no sabemos si dar las gracias.

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