El Sevillista
·1 December 2025
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·1 December 2025
Antes incluso de que el partido se terminara de acomodar, el Sevilla ya tenía un foco claro para intentar cambiar la dinámica: Chidera Ejuke. En un derbi espeso, falto de ritmo y con un Sevilla sin claridad entre líneas, el nigeriano fue la pieza más eléctrica del equipo. El único en sumar desborde, agresividad y valentía en un escenario donde casi nadie se atrevió a encarar.
Ejuke fue el futbolista que más buscó romper la estructura defensiva del Betis. Su verticalidad, sus conducciones y su capacidad para ganar metros dieron un mínimo de vida ofensiva al Sevilla. A sus 27 años sigue siendo un atacante puro de desequilibrio y hoy, incluso sin participar en goles, volvió a demostrar que es un perfil diferente en esta plantilla: dinámico, autosuficiente, difícil de defender y capaz de generar ventajas con muy poco espacio.
En un partido pobre colectivamente, fue el único capaz de activar sensaciones positivas. Cada vez que tocó el balón, hubo intención: regate, aceleración, diagonales hacia dentro o descargas con sentido. Y aunque no terminó en ocasiones claras, sí terminó siendo el jugador más diferencial del Sevilla.
El punto de desequilibrio
Ejuke no solo encaró: eligió bien. Supo cuándo pausar, cuándo atacar por dentro y cuándo buscar la línea. Le dio aire al equipo y fue la única amenaza real con balón:
Fue, de hecho, el jugador con más regates completados del partido (3), reflejo de su impacto en un ataque sevillista atascado.
Sus números en el partido
Claves de su actuación
• Regate y desborde
Fue el único jugador capaz de generar incertidumbre en la defensa del Betis. Sus tres regates completados dieron aire y metros en un equipo sin chispa.
• Verticalidad constante
Cada conducción de Ejuke significó una progresión. Aunque el Sevilla llegó poco al área, el nigeriano fue el principal responsable de acercarlo a zonas peligrosas.
• Criterio con balón
88% de acierto en el pase, apenas una pérdida. Seleccionó muy bien cuándo descargar y cuándo intentar el uno contra uno.
• Trabajo sin balón
Ganó duelos, recuperó balones y mostró compromiso, incluso en un derbi que se inclinó rápido hacia el Betis.
Conclusión
Chidera Ejuke fue el mejor jugador del Sevilla en el derbi.
En una noche donde faltó claridad, ritmo y ambición, el nigeriano fue el único capaz de encender el ataque. No decidió jugadas, pero sí cambió sensaciones. Cada vez que apareció, el equipo respiró, ganó metros y recuperó algo de amenaza.
El Sevilla necesita desequilibrio.
Ejuke lo tiene.
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