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·26 November 2025

Periodista: la estrella del Liverpool de £69m ya duda del fichaje de verano

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La apuesta de Liverpool en el mercado: dentro de la dinámica Isak–Ekitike y su impacto en el equilibrio

Liverpool inició esta temporada convencido de que su fuerte inversión estival afilaría la plantilla y reforzaría principios largamente establecidos. En cambio, el club se encuentra afrontando preguntas incómodas sobre estructura, jerarquía y las consecuencias de perseguir presiones a corto plazo. Lo que comenzó como una renovación ambiciosa ha evolucionado en un rompecabezas complejo en el que las incorporaciones de Isak y Ekitike se sitúan en el centro del debate.

A lo largo del primer tercio de la campaña, al Liverpool le ha faltado la cohesión que definió sus mejores etapas. Un equipo antes construido sobre la claridad y la comprensión colectiva ahora lucha con el desequilibrio, expectativas infladas y una dinámica de vestuario alterada por decisiones tomadas por encima del cuerpo técnico. Entender cómo se desarrolló esta situación exige examinar tanto la estrategia de fichajes como las tensiones internas que generó.


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Decisiones de fichajes bajo presión

Tradicionalmente, el Liverpool se enorgullece de la anticipación, la planificación a largo plazo y de evitar operaciones emocionales en el mercado. Sin embargo, este verano supuso una ruptura con esos valores. Ekitike llegó pronto, fichado por una tarifa importante, y todas las partes entendían que tendría un papel principal en la campaña. El cuerpo técnico creía que lideraría la línea, aportando movilidad, perfil y una progresión lógica respecto a temporadas anteriores.

Pero a última hora de la ventana llegó el impulso inesperado por Isak. Voces influyentes dentro del consejo defendieron incansablemente su fichaje. A pesar del gasto ya comprometido, el Liverpool decidió ir a por el delantero del Newcastle a un coste considerable. Fue una operación que parecía impulsada más por insistencia interna que por necesidad deportiva.

Ahí aparecieron las primeras grietas. Ekitike, traído como delantero principal, de repente se convirtió en uno de dos refuerzos de primer nivel para la misma posición. Para un joven atacante intentando asentarse en un nuevo entorno, el mensaje resultó confuso. Para el vestuario, generó incertidumbre sobre la jerarquía. Y para el cuerpo técnico, introdujo un dilema que reverberaría durante los primeros meses de la temporada.

Problemas estructurales y pérdida de equilibrio

El impacto fue más allá de los individuos. El sistema del Liverpool, antes definido por el equilibrio en las bandas y la precisión por dentro, se ha resentido. Sin un extremo natural por la izquierda disponible de forma constante, los ataques suelen estrecharse en zonas centrales congestionadas. Ekitike e Isak operan de forma natural por el medio, amplificando esa congestión.

Las bandas, previamente una fuente de amenaza constante, ya no ofrecen el mismo nivel de penetración. Los laterales proyectados pueden aportar amplitud, pero hacerlo expone vulnerabilidades defensivas y carga de forma significativa a los centrocampistas, a quienes se les pide cubrir grandes distancias. La ausencia de armonía entre los fichajes y la identidad táctica ha dejado al Liverpool estirado, predecible y mucho más fácil de desarticular.

A esto se suma que las lesiones de defensores clave han obligado al equipo a absorber presión en zonas donde antes era dominante. A medida que se ha desvanecido el equilibrio, los rivales han encontrado cada vez más espacios en transición, una preocupante desviación de la agresividad controlada que antes definía el trabajo defensivo del Liverpool.

Jerarquía, ego y dinámica de vestuario

Otro elemento que moldea esta narrativa es el estatus. Las cifras de traspaso, los salarios y las expectativas internas han creado prioridades en competencia dentro de la plantilla. Algunos jugadores se sienten protegidos por la inversión hecha en ellos. Otros se preocupan por su lugar pese a rendimientos sólidos. El entrenador se ve obligado a equilibrar calidad, ego y responsabilidad mientras intenta mantener la unidad.

Las llegadas de Ekitike e Isak intensificaron esa dinámica. Los jugadores reconocen cuándo los fichajes responden a necesidades técnicas, y también reconocen cuándo responden al deseo del despacho. Eso altera el ambiente. Complica la elección. Y obliga al cuerpo técnico a tomar decisiones que conllevan peso político además de consecuencias deportivas.

La mayor fortaleza del Liverpool durante sus años de pico fue la cohesión entre jugadores, entrenador y dirección del club. Las decisiones estaban alineadas. Los roles estaban claramente definidos. Todos se movían en la misma dirección. Esta temporada, esa claridad se ha fracturado.

Reestablecer el rumbo

Nada de esto es irreversible. El Liverpool aún posee calidad en todo el campo y suficiente estructura para estabilizarse. Pero el club debe redescubrir la disciplina que hizo tan admirado su modelo de fichajes. Reafirmar la jerarquía, clarificar roles y resistir el pensamiento reactivo será esencial.

Isak y Ekitike son futbolistas talentosos capaces de prosperar, pero su integración requiere más que simplemente incluirlos en la plantilla. Exige un plan claro, uno que se alinee con la identidad del Liverpool en lugar de contradecirla. Los próximos meses revelarán cuán eficazmente puede el club recuperar el equilibrio, reajustar expectativas y reestablecer la estabilidad que antes los distinguía.

Este artículo fue traducido al español por inteligencia artificial. Puedes leer la versión original en 🏴󠁧󠁢󠁥󠁮󠁧󠁿 en este enlace.

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