El Sevillista
·25 de octubre de 2025
Analizamos al mejor jugador de la J10, Djibril Sow

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·25 de octubre de 2025


El Sevilla FC cayó por 2-1 ante la Real Sociedad en el Reale Arena en un partido de gran exigencia física y ritmo alto. A pesar de la derrota, Djibril Sow fue el jugador más destacado del conjunto nervionense gracias a su despliegue, su control del juego interior y su constante presencia en los duelos. El centrocampista suizo se erigió como el hombre más regular del equipo, demostrando una vez más su capacidad para resistir, ordenar y conectar líneas.
Sow fue el enlace entre la defensa y el ataque del Sevilla. Su criterio para salir desde atrás y su constancia en los duelos le convirtieron en un pilar ante una Real muy intensa en la presión. Aunque no participó directamente en jugadas de gol, su trabajo invisible fue determinante para que el equipo mantuviera la compostura en los momentos más complicados del encuentro.
Su capacidad para recibir de espaldas, girar y encontrar salidas limpias oxigenó al equipo y ofreció equilibrio a un centro del campo exigido constantemente.
El suizo fue la referencia del centro del campo. Su energía y visión le permitieron sostener el bloque sin desorganizarse ante las ofensivas locales. Fue el primero en ofrecerse y el último en bajar los brazos.
Ganó 8 de 12 disputas terrestres, cifra que refleja su intensidad y fortaleza física. Además, recibió 7 faltas, muestra del impacto que tuvo en los choques y de cómo la Real buscó frenarlo con dureza.
Aunque el equipo no generó demasiado peligro, Sow fue clave en la distribución. Con un 80% de acierto en el pase, aseguró la posesión y permitió al Sevilla salir con criterio en un partido de ritmo alto.
En un contexto difícil, no se escondió. Mantuvo su nivel de esfuerzo hasta el final, ofreciendo equilibrio y liderazgo en un mediocampo en el que, sin brillar en lo ofensivo, fue el más fiable.
Djibril Sow volvió a ser el termómetro del Sevilla FC. Ante una Real Sociedad que impuso su calidad, el suizo respondió con compromiso, constancia y jerarquía. Su actuación fue un ejemplo de profesionalidad, trabajo colectivo y temple en medio de la dificultad.
Una vez más, el suizo demostró por qué es indispensable en el esquema de Almeyda: sin marcar ni asistir, pero controlando, guiando y sosteniendo el equipo con la serenidad de un líder silencioso.









































