La Colina de Nervión
·30 de octubre de 2025
Cuestión de sensaciones

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·30 de octubre de 2025

Cerró el Sevilla Fútbol Club el mes de octubre y no solo no se produjo la consagración que se esperaba, sino que resucitaron los peores síntomas de un equipo bipolar que recorre el campeonato liguero sin rumbo definido. Emulando su trayectoria de la temporada anterior, también Almeyda, al igual que García Pimienta, se ve incapaz de asentar en la mente de sus futbolistas unos conceptos definidos y un estilo de juego reconocible que sean plasmados sucesivamente en todos los encuentros desde el inicio hasta el fin. Esa incapacidad conlleva que el equipo deambule por el filo del acantilado a la espera de que un mal viento le haga caer por el precipicio, como ocurrió en el pasado ejercicio cuando el calendario le deparó un tramo de dificultad manifiesta ante rivales superiores que le llevaron a encadenar cuatro consecutivas de las que fue imposible recuperarse. En esta ocasión el azar del campeonato no ha sido tan malévolo, pero el Sevilla, merced a sus defectos, ha sumado dos tropiezos seguidos y va camino del tercero, haciendo que el octubre esperanzador devenga en noviembre agorero.
Como acostumbran a decir los protagonistas del fútbol cuando entran en crisis: “ni antes eran tan buenos ni ahora son tan malos”, pero ahí es donde radica la incomprensión del aficionado, que va percibiendo que, en efecto, las sensaciones que les transmitía el equipo sí eran antes tan buenas y sí son ahora tan malas, porque el problema del Sevilla no es tan de resultados como de sensaciones. Los datos fríos invitan a observar el futuro a partes iguales entre la esperanza de estar a solo tres puntos de los puestos europeos y la desazón por estar a cuatro del descenso, prácticamente en la tesitura de la pasada campaña. Sin embargo, la imagen que transmite el conjunto durante el desarrollo de los encuentros genera pocas ilusiones en una afición frustrada a base de golpes asestados más por los propios que por los ajenos, cuyo resultado más evidente es la desazón que producen los errores cometidos por los Carmona, Marcao, Kike Salas, etc. en los desolados rostros de quienes se van a sus domicilios rumiando cómo es posible haber perdido otro partido que estaba controlado sin que el rival haya más merecimiento que el de aprovechar los regalos recibidos.
La proliferación de partidos en este alocado mundo del fútbol permite hacer múltiples ejercicios de comparación, que son muy reveladores del estado de ánimo en el que se encuentran cada uno de los contendientes. Pues bien, en la mayoría de los casos este Sevilla de Almeyda, que en teoría debería ser aguerrido y combativo, pierde en todas las comparativas, sobre todo cuando se trata de equipos de ‘su misma liga’. Directamente, ya se puso de manifiesto en los resultados contra rivales directos como Mallorca y Real Sociedad. Al primero de ellos, último en la clasificación en ese momento, se le regalaron los puntos en 10 minutos de desconexión total del equipo; y al segundo, también casi colista a la hora de comenzar el partido, no se le pudo remontar en la hora que faltaba desde que Carmona decidió enfundarse por un segundo la camiseta realista para fastidiarle la noche a Vlachodimos. Decía Bilardo que el fútbol consiste en pasar el balón a quienes llevan tu misma camiseta para marcarle un gol al portero que no tomó el mate contigo esa tarde. A Carmona, esto se le olvida con demasiada frecuencia como para considerar que puede ser un buen futbolista de primera división, por mucho que en otras ocasiones sea capaz de inventar acciones más que meritorias. Ni es tan malo ni es tan bueno, pero las sensaciones que transmite no dan la más mínima seguridad ni confianza.
Pero volviendo al ejercicio comparativo, solo hay que comparar el desempeño del Sevilla en sus recientes partidos con el ejemplo de ímpetu, entrega e intensidad que ofrecieron el fin de semana pasado otros dos candidatos al descenso como Gerona y Oviedo en el empate a tres firmado en los últimos minutos de partido. Ninguna de las dos escuadras se dio por vencida hasta el último pitido del árbitro, haciendo gala de un coraje que hasta ahora no ha sido evidenciado en ningún momento por los sevillistas. En todo el campeonato, el Sevilla no ha sido culminar en victoria ningún resultado adverso; todo lo más, el carácter combativo que teóricamente debe insuflar Almeyda a sus jugadores ha servido para llegar a igualar desventajas que, en muchos casos, volvieron a devenir en derrotas, como ocurrió contra Athletic de Bilbao, Real Sociedad o Villarreal.
Es por ello que las sensaciones al inicio de noviembre previamente a los compromisos con Atlético, Osasuna, Español y Beti sean de pronóstico reservado. Ocho a uno pagan las casas de apuesta por una victoria sevillista en el Metropolitano, pero claro ¿quién descarta absolutamente una sorpresa teniendo en cuenta el precedente del Barça?









































