El cambio de Rodrygo: De ser invisible a ser vital en el Real Madrid | OneFootball

Hay futbolistas que se sienten cómodos cuando el partido se rompe y otros que crecen justo en el escenario opuesto. Rodrygo pertenece a ese segundo perfil: jugadores capaces de detectar una grieta cuando el rival se repliega, amontona efectivos por dentro y convierte cada ataque en un ejercicio de paciencia extrema. En contextos cerrados, donde el talento necesita algo más que velocidad, el brasileño se ha transformado en una de las grandes fijaciones de Xabi Alonso.

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Hubo un tramo de la temporada en el que Rodrygo dejó de disfrutar. En el Bernabéu, un estadio donde el talento suele bastar para sostenerse, pasó de ser determinante a diluirse. Las cifras no respaldaban su juego, las sensaciones tampoco y cada encuentro añadía peso a una mochila ya demasiado cargada. Aun así, Xabi optó por un camino poco habitual en un club sometido a la urgencia constante del resultado.

En busca de Rodrygo

La idea no era únicamente recuperarlo desde lo anímico o lo estadístico, sino convertirlo en una pieza estructural del juego. Cuando el Madrid se bloquea, cuando la circulación pierde profundidad y el ataque se vuelve previsible, Xabi tiene claro el plan: encontrar a Rodrygo. “Tiene muy buen pie y le da continuidad al juego. Se asocia bien tanto entre líneas como en espacios reducidos. Tenemos que llegar a él, queremos ser más constantes en eso”, explicó el técnico, dejando claro que no se trata de una casualidad.

Rodrygo entiende el fútbol a otro ritmo. Se ofrece donde otros no aparecen, gira en espacios mínimos y conecta pases que permiten al equipo avanzar cuando parece no haber salida. Una cualidad especialmente valiosa ante defensas replegadas. Frente a bloques bajos, donde los extremos clásicos quedan atrapados en la cal y el área se llena de piernas, el brasileño actúa como nexo. No siempre rompe con desborde, pero sí con asociaciones cortas, paredes rápidas y decisiones limpias que mantienen vivo el ataque blanco.

Xabi también destaca su polivalencia. “Puede jugar en los tres carriles: derecho, central e izquierdo, según lo que necesitemos”, apuntó. Esa capacidad explica por qué Rodrygo adopta distintos roles dentro de un mismo partido. Puede arrancar desde la derecha, aparecer por dentro como enlace o asumir protagonismo desde la izquierda si el contexto lo exige. No es un extremo fijo, es un futbolista moldeable.

El momento actual acompaña. “Está en un buen momento y me alegro mucho por él. Se lo merece”, añadió el entrenador. Detrás de esas palabras hay meses de respaldo silencioso cuando el rendimiento no era evidente y la presión aumentaba. Hoy, con confianza y continuidad, Rodrygo vuelve a sentirse importante y el equipo lo percibe.

En un Real Madrid que todavía busca estabilidad ofensiva, el brasileño se ha convertido en una pieza esencial para darle sentido al juego. No siempre es quien finaliza, pero muchas veces es quien permite que todo continúe. Por eso Xabi insiste, por eso lo busca y por eso quiere que el balón pase más por sus botas.

Ante el Sevilla apareció, por momentos, la mejor versión del ‘11’ blanco. Fue el jugador más participativo del ataque y el que más daño generó al conjunto hispalense. De sus botas nació el 1-0, con una asistencia medida a Jude Bellingham que evidenció su claridad en los metros finales. El partido dejó además una imagen reveladora. Tras la sustitución de Vinicius y la posterior pitada del Bernabéu, Rodrygo se adueñó definitivamente de la banda izquierda. Xabi lo sostuvo en el campo, le otorgó galones y lo ubicó donde más cómodo se siente. La respuesta fue inmediata. En menos de tres minutos, inventó una acción decisiva: encaró, se coló en el área y provocó un penalti claro que sentenció el 2-0 definitivo.

Autor: Manuel Carmona

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