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La Galerna

·11 de noviembre de 2025

La trituradora de almas

Imagen del artículo:La trituradora de almas

El domingo por la noche, tras el indigesto empate a cero del Madrid en Vallecas, el eximio tuitero Pablo Sobrado posteó uno de esos trinos suyos tan brillantes: sin palabras, ilustraba con dos fotos el efecto demoledor que tiene el banquillo del Madrid sobre una persona, en este caso su actual inquilino, Xabi Alonso, quien hace una semana, tras el 4-0 al Valencia, parecía haber dado con la tecla. En la primera foto Alonso luce moreno y sonriente. Es de sus primeros días como entrenador del Real Madrid. Estaba, y a todas luces se sentía, en la cima del mundo, top of the Rock. En la segunda foto, tomada en la sala de prensa del Estadio de Vallecas, Alonso, demacrado, enfrenta las preguntas de los periodistas con un evidente gesto de cansancio y, quizá, de desasosiego. Tiene, casi, una mirada de las mil millas y peor cara que Pedro Sánchez en una entrevista.

El banquillo del Madrid es una auténtica trituradora de almas. Dijo una vez Valdano que un año en el Madrid son siete en la vida de los demás. Entrenar al Madrid es una profesión de altísimo riesgo. Implica un desgaste emocional y psíquico que siempre acaba somatizándose y reflejándose en el gesto. Hasta los más grandes y fuertes, hasta los caporales de la disciplina en el fútbol moderno, han terminado claudicando. El Vestuario del Madrid es una bestia con identidad propia, un ogro atemporal, un fantasma que habita en la caseta y que, con independencia de los jugadores y de la época, ejerce una influencia corrosiva en el ambiente. Heynckes pidió la baja a una semana de viajar a Ámsterdam y jugar la final de la Séptima, Capello quiso prejubilarse en diciembre de la liga de los milagros y Mourinho, que llegó al Madrid que parecía Don Draper, cuando se fue, vestía de Quechua…


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En La sustancia, el personaje que interpreta Demi Moore vende su alma al diablo por ser más joven. Por supuesto, el cambalache tiene sus consecuencias. Cada entrenador que firma por el Madrid hace el mismo pacto con Lucifer y muy pocos, por no decir ninguno, salvo Zidane, son capaces de sobrevivir a un viaje semejante. Alonso, que en junio era joven, lozano, tenía ideas frescas, iniciativa y estaba envuelto en aires de revolución, parece ya un hombre exhausto al que la ciénaga ha atrapado.

Alonso, que en junio era joven, lozano, tenía ideas frescas, iniciativa y estaba envuelto en aires de revolución, parece ya un hombre exhausto al que la ciénaga ha atrapado

La causa fundamental de este estado de cosas es el engreimiento de los futbolistas. Da igual la época de la que se trate. Los Galácticos liquidaron incluso a Florentino, al primer Florentino Pérez, que es lo más parecido a Júpiter que vamos a ver nunca. Pero no es, como digo, una particularidad del florentinato. Viene de antes. Los jugadores del Madrid son, desde los años 90, como la guardia pretoriana del Bajo Imperio romano, que ponía y deponía césares que daba gusto y en función de cómo soplara el viento. Los jugadores saben que tienen el poder por más que el propio presidente Pérez proclamase en 2009 «haber aprendido». Así las cosas, el entrenador de turno debe aprender a lidiar con esto como tarea fundamental de su labor en el Madrid o, sencillamente, asumir que será despedido en unos pocos meses. Según la personalidad del míster, así duran más o menos. Los que más duran son los más inteligentes, emocionalmente hablando: Del Bosque, Ancelotti y Zidane tenían mano izquierda pero, sobre todo, autoridad moral y ascendiente sobre el equipo. Otros, como Camacho, Benítez o Lopetegui, tardaron en picar el billete lo que dura un caramelo en la puerta de un colegio. Suele ocurrir que los que más fama de tacticistas y estudiosos tienen son los que, en realidad, más rápido se largan.

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En Xabi se daban varias circunstancias a priori positivas. Es un exfutbolista de talla internacional, con títulos, palmarés y carisma como mediocentro regista que dicen los italianos. Venía avalado, además, por un gran éxito como entrenador, nada menos que romper la hegemonía infinita del Bayern en la liga alemana y en su primera experiencia profesional. Se supone que Alonso conoce el paño porque él ha formado parte de un vestuario especialmente complejo, el de la transición del difícil comienzo del segundo florentinato al triunfo de la Décima; caseta con la que no pudo Pellegrini, que había hecho menos que él, y que drenó la proteica energía de Mourinho hasta consumirlo.

Tampoco es para tanto: el lamentable empate a cero en casa del Rayo Vallecano es una calcomanía del mismo partido que hemos visto tantas y tantas veces antes, en todo tipo de momentos y bajo todo tipo de sistemas

Pero el Madrid es el Madrid en todo. La picadora de carne parece formar parte de su cultura contemporánea, un esquizofrénico carrusel que del albañal lo mismo sube hasta la final de la Copa de Europa. Hubo un emperador bizantino que todavía llevaba los hierros del patíbulo clavados al tobillo cuando se sentó en el trono, no se me ocurre una mejor definición gráfica de lo que es entrenar al Madrid. Tampoco es para tanto: el lamentable empate a cero en casa del Rayo Vallecano es una calcomanía del mismo partido que hemos visto tantas y tantas veces antes, en todo tipo de momentos y bajo todo tipo de sistemas. Al ganar al Barcelona el Madrid parecía estar encarrilado hacia el buen camino y resulta que hoy, ni un mes después, todo es ruido de sables. ¿Alguien puede aclararse en este manicomio? Hay quien dice que a Alonso le están haciendo la cama y, la verdad, ¿quién podría decir que no? Tampoco es posible afirmarlo. Hasta ahora, el equipo va líder y ha mostrado claros síntomas de mejoras acompañados de inmediatos retrocesos que inducen a pensar que la liga se ganará, con mayor o menor dificultad, pero que en Europa el equipo está en agraz, como se decía antes de la uva.

Pero por su cara, Alonso parece ya consciente de que al fichar por el Madrid, no vino sólo a entrenar a un equipo de fútbol. La exposición, en un club universal, es tan abrasadora que sólo los locos, los cenobitas y los iluminados están preparados para soportarla.

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