Revista MadridistaReal
·6 de noviembre de 2024
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La maquinaria madridista echa humo. Anda en serios problemas. Y, tras 16 encuentros oficiales disputados, no da síntomas de mejora. La crisis se olisquea en el ambiente. El último en destronar el Santiago Bernabéu, coliseo acostumbrado a vivir noches triunfales, de glamour, fue el Milan de Paulo Fonseca (1-3). Un cuadro italiano que aterrizó de capa caída en la capital de España y, por contra, emprendió el vuelo de vuelta con una alta dosis de moral. El Madrid… le resucitó.
Otra vez, los hombres de Carlo Ancelotti hicieron aguas. Se resquebrajaron. Ante el AC Milan, la presión brilló por su ausencia, cada jugador hizo la guerra por su cuenta, y la creación, como viene siendo el pan de cada día, ni se avistó. Atrás, en defensa, jirones; arriba, guitarras desafinadas. Nada de nada. Entre medias, en la medular, no existe armonía y, para más inri, las pérdidas grotescas de balón encienden aún más las alarmas.
Los diez días de reflexión en Valdebebas tras la hecatombe en el Clásico no han hecho más que acrecentar las dudas en torno al técnico y su plantel. El equipo, a años luz de su mejor versión, esa que en dos meses continua sin darse cita, camina desubicado, desencajado. Encaja con suma facilidad y los tantos a favor llegan a través de destellos de calidad. Básicamente por inercia, no por juego vistoso, que es lo que desea una afición que auguraba un comienzo de temporada con más luces que sombras. Ha sido lo segundo.
A nueve puntos del FC Barcelona en Liga (los blancos, con un encuentro menos), la situación clasificatoria en Champions hace temblar al madridismo. Pese a que hay margen para dar un giro de tuerca al asunto, por ahora no se detecta un clavo al que agarrarse. El Bernabéu, en el envite de anoche, respondió mediante una ensordecedora pitada a los suyos.
La paciencia tiene un límite, máxime teniendo en cuenta que el feudo merengue viene de sufrir en sus propias carnes una goleada del eterno rival. No estaba el horno para bollos y, además, el Madrid firmó un encuentro horripilante en todos los sentidos.
En el caos actual que reina por Chamartín, quitando de la ecuación a Carlo Ancelotti, gran parte de los focos de críticas se centran en Kylian Mbappé. Abonado al fuera de juego frente al conjunto azulgrana, tampoco causó estragos en la zaga rossoneri. El francés, desatinado de cara a puerta, apenas se puso el mono de trabajo en labores de recuperación de pelota. Se evaporó con el paso de los minutos, al igual que Vinicius.
Si bien es cierto que ninguna línea de campo en el Real Madrid se salva de la catástrofe, la zona del ancla fue un campo de minas: Tchouaméni salió vapuleado y en los dos primeros goles del Milan acabó encuadrado en la foto. Tanto que, durante el tiempo de asueto, Carletto movió el árbol y su puesto lo ocupó Camavinga. Ninguna modificación arregló el desaguisado. Turno para la catarsis.