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La Galerna

·3 Juli 2025

Fran Soto y el arte de la cobardía

Gambar artikel:Fran Soto y el arte de la cobardía

Fran Soto, nuevo presidente del Comité Técnico de Árbitros (CTA), ha inaugurado su mandato con una joya dialéctica que será recordada por lo que es: la declaración más clara de que el sistema arbitral español seguirá podrido y blindado, con los mismos vicios que han causado el mayor escándalo de su historia. “Hay que mirar hacia adelante sin mirar atrás”, dijo el hombre que se supone debe restaurar la credibilidad perdida en el estamento arbitral. Tradúzcase: “Olvidemos Negreira, que ya está judicializado, y centrémonos en que el circo siga rodando sin molestias”.

No hay mayor muestra de irresponsabilidad y desvergüenza. ¿Cómo se puede pedir a una afición hastiada y a unos clubes agraviados que confíen en un árbitro o en un sistema que ni siquiera es capaz de enfrentar su pasado? Negreira no es un error menor, ni una mala racha, ni una polémica cualquiera. Es el escándalo que destapó la red de favores, pagos opacos y manejos sucios que han manipulado el fútbol español desde sus entrañas.


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Y ante esto, Fran Soto, abogado de prestigio y nuevo hombre fuerte del arbitraje, decide hacer el papel de la oveja ciega, la voz del “pasemos página” sin más. ¿A quién quiere engañar? ¿Cree que con esa frase inocua va a lograr que olvidemos que el dinero sucio llegó hasta el mismísimo corazón del CTA, esa institución que debe garantizar la justicia deportiva?

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Es un insulto a la inteligencia del aficionado y un desprecio a la memoria histórica del fútbol. Mientras Soto se dedica a vender humo con la promesa de inteligencia artificial y modernización tecnológica, se niega a enfrentar la verdad más cruda: el arbitraje español está contaminado, y no se limpia con un plumazo de “mirar hacia adelante”.

Porque hay que recordar a diario que ese club del que usted me habla pagó, que se sepa, 8,4 millones de euros durante, al menos y de momento, 17 años al vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros para tejer una red de corrupción sistémica (palabras del Juez Instructor) que hizo que ese club del país pequeñito de ahí arriba obtuviera pingües beneficios deportivos en las competiciones españolas Y AÚN NO HA PASADO NADA. Que no se olvide. Y hay que seguir recordando que hasta que no les desposean de todos los títulos obtenidos fraudulentamente en esos períodos, no se expulse del arbitraje a todos los que tuvieron un mínimo contacto con Negreira y su trama, no sean lanzados fuera del fútbol profesional y no pidan perdón de rodillas, no se habrá purgado su culpa.

Fran Sotoha inaugurado su mandato con una joya dialéctica, “Hay que mirar hacia adelante sin mirar atrás”, que será recordada por lo que es: la declaración más clara de que el sistema arbitral español seguirá podrido y blindado, con los mismos vicios que han causado el mayor escándalo de su historia

La justicia, dicen, está en marcha. Como si eso fuera una excusa para el silencio y la inacción. Que el asunto esté judicializado no significa que no haya que rendir cuentas, que no haya que hacer autocrítica, que no haya que aclarar cómo se llegó a ese estado de corrupción profunda. La justicia es lenta, pero la gestión de un organismo público que debería inspirar confianza no puede ser una espera pasiva y muda.

Es más: esa frase de Soto es la mejor prueba de que no hay voluntad real de cambio, sino un continuismo disfrazado de renovación. Porque “no mirar atrás” es precisamente lo que permitió que Negreira y su entramado actuaran impunemente durante años. Es la fórmula para que todo siga igual, para que la podredumbre se instale como norma y para que los árbitros sigan siendo vistos como actores secundarios en un vodevil de intereses y favoritismos.

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Además, esta actitud pone en cuestión la independencia y la transparencia que tanto pregona la RFEF. ¿Cómo puede hablarse de “nueva etapa” y “reforma” cuando se evade el debate principal? ¿Cómo se pretende recuperar la confianza cuando ni siquiera se quiere reconocer el problema?

El Real Madrid y otros clubes se mantienen escépticos, y con razón. No es cuestión de preferencias o simpatías, es cuestión de justicia y limpieza. El fútbol no puede seguir siendo un patio de recreo para intereses oscuros ni un terreno abonado para la sospecha constante. Y el primer paso es encarar la verdad con valentía, no con frases hechas y silencios cómplices.

Fran Soto debería entender que el arbitraje y el VAR no son varitas mágicas. No arreglan un sistema que está podrido en lo humano, en lo institucional, en lo ético. Se necesita un compromiso real, un plan transparente y la valentía de hacer limpieza profunda, empezando por las sombras que proyecta Negreira y todo lo que representa.

Lo que Fran Soto ha puesto sobre la mesa no es un proyecto de cambio, sino una invitación a la resignación. El fútbol español merece más que eso. Merece árbitros limpios, un estamento transparente y un compromiso firme con la justicia deportiva

El “mirar hacia adelante sin mirar atrás” no es solo una frase vacía, es un acto de cobardía política que solo beneficia a quienes tienen interés en mantener las cosas como están. Y lo peor es que esta actitud podría arrastrar al arbitraje español a una crisis aún más profunda, con la afición desconfiada, los clubes divididos y el espectáculo en peligro.

En definitiva, lo que Fran Soto ha puesto sobre la mesa no es un proyecto de cambio, sino una invitación a la resignación. El fútbol español merece más que eso. Merece árbitros limpios, un estamento transparente y un compromiso firme con la justicia deportiva.

Porque, al final, la verdad no se puede enterrar bajo alfombra. Y el que pretenda hacerlo, como Fran Soto, acabará enterrando también la dignidad del fútbol que tanto decimos amar.

Me despido con la esperanza de que algún día se haga justicia y podamos decir alto y claro que los buenos ganan, que hemos derrotado al mal. Y ya saben, ser del Real Madrid es lo mejor que una persona puede ser en esta vida. ¡Hala Madrid!

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