
La Galerna
·22 aprile 2025
El Real Madrid contra el tiempo

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·22 aprile 2025
En la vida, aunque se gane, siempre se termina perdiendo.
Siempre se pierde frente al tiempo.
Precisamente por eso, la única batalla que merece librarse es contra al tiempo, pues el resto de peleas o de luchas no pasan de simples escaramuzas, maniobras de distracción.
En realidad, quien se atreve a enfrentarse con el tiempo lo hace porque ya no tiene rivales. Por eso emprende una tarea tan loca como heroica.
La locura de semejante pretensión puede comprobarse en las consecuencias histórico-sociales de la “revolución permanente”, idea que pensaron los jacobinos en 1793 y llegó hasta Mao, como desesperada forma de evitar que la revuelta degenerara en burocracia por el simple envejecimiento.
La heroicidad de la guerra contra el tiempo reside en que, a veces, el que lo intenta lo logra, aunque sólo sea de manera fugaz.
Sirva esta introducción sobre el tiempo y cómo tratarlo para hablar de fútbol y de algunos equipos que portan camisetas que son pendones.
La primera elástica convertida en bandera de una milicia sería la del Real Madrid de Di Stéfano y sus 5 Copas de Europa seguidas entre los años 1956 y 1960.
Luego vendrían la del Benfica de Eusebio, la del Inter de Helenio Herrera, la del Ajax de Cruyff, la del Bayern de Beckenbauer y la del Milan de Sacchi y Maldini.
Puede haber otros equipos laureados o que compraron a la organización arbitral, pero sólo los que he nombrado consiguieron ganar dos o más Campeonatos de Europa de forma continuada.
Me pregunto si alguno de ellos ganó, o al menos engañó, al tiempo.
Y la respuesta es que no porque todos están marcados por una figura y una generación.
Después de Di Stéfano, de Eusebio, de Herrera, de Cruyff, de Beckenbauer o de Maldini la decadencia fue inevitable, el tiempo venció… excepto en el caso del Real Madrid presidido por Florentino Pérez y sus seis Copas de Europa desde el año 2014 hasta 2024.
Una época donde dos generaciones, sin solución de continuidad, ganaron la Liga de Campeones.
Antes de que se despidiese la primera de Modric, Kroos o Carvajal llegó la segunda de Vinícius y Valverde para continuar campeonando en contra del ciclo natural de auge y caída.
Por eso el Real Madrid de Florentino Pérez ha desmentido la anaciclosis, esa teoría de Polibio donde desarrolla la idea de que todo régimen tiende a pervertirse como consecuencia del transcurso del tiempo.
No voy a enumerar acontecimientos singulares, deportivos o no, donde el hombre se enfrentó al tiempo y lo venció, aunque esas casas donde cambian los dueños, pero se mantiene su esplendor, sería un modesto ejemplo.
Baste constatar que el Real Madrid de la segunda y tercera década del siglo XXI constituye una de esas raras circunstancias.
¿Ha sido algo premeditado?
Los fichajes de futbolistas-niños (Güler, Endrick) que ya conviven con la segunda generación triunfal hace pensar que sí, que declarar la guerra contra el tiempo para ganarle es el plan, consecuencia lógica, como indiqué al principio, de haber derrotado a la totalidad de los rivales.
No obstante, el equipo no repetirá triunfo en el año 2025.
Pero el reto sigue siendo el mismo: doblegar los periodos de crisis que siguen a la plenitud para seguir burlándose de la decadencia que acecha en la esquina de cualquier victoria.
El fin de una generación y el reenganche con otra que le ha sucedido en los triunfos en la máxima competición europea es la prueba de que se consumó la victoria, siempre momentánea, contra el tiempo.
Y esa sigue siendo la apuesta.
Cada generación futbolística gana un mínimo de dos y un máximo de seis “Champions”. Seis tiene Carvajal y dos Vinícius.
¿Será posible que la actual obtenga algún triunfo más antes de que entregue el relevo a otra tercera generación victoriosa?
Hoy, cuando todo parece sucumbir, quiero dejar testimonio de una certeza que nadie tiene en cuenta: el Real Madrid es el único equipo que ha vencido al tiempo gracias a que supo interpretar de manera prodigiosa la idea de la “revolución permanente”.
Ojalá ese recuerdo le permita al club volver a esquivar el fracaso durante, al menos, otra década.
Los jugadores están.
Sólo falta que, más allá de los avatares episódicos, no olviden jamás que tienen a su cargo la misión de seguir venciendo al tiempo.
La única tarea digna de los héroes.
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