Revista MadridistaReal
·29 aprile 2025
El Real Madrid murió con las botas puestas

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Era un todo o nada, un cara o cruz y al Real Madrid le salió cruz. Ni los madridistas más optimistas se esperaban que el Barça tuviera que recurrir a la prórroga para hacerse con el título. En gran parte eso fue gracias a la buena versión que dieron los de Ancelotti, sobre todo a partir del segundo tiempo. Todo comenzó con un gran gol de Pedri casi a la media hora de juego. La apatía merengue hizo mella en el marcador por medio del canario. Entre la lesión de Mendy, el domino del Barça y el poco peligro que generaban, los blancos sufrieron bastante en el primer tiempo.
La entrada de Mbappé, al igual que las de Modric y Arda Güler más tarde, cambiaron el rumbo del partido. El Real Madrid comenzó a crecer y llegó a remontar con una falta de Mbappé y un cabezazo de Tchouaméni. Parecía increíble, pero el mismo equipo que perdió 0-4 y 2-5 contra el Barça esta misma temporada estaba a 10 minutos de arrebatarle un título importante. Entonces llegó Ferran Torres para poner el empate en el electrónico de nuevo. Un posible penalti de Asencio sobre Raphinha paralizó el corazón de millones de aficionados hasta que el VAR decidió anularlo. Habría sido el final más injusto para un equipo que estaba peleando contra sus demonios.
Los madridistas no se rindieron, presionaron como nunca, la grada estaba volcada con unos pupilos de Ancelotti que siguieron luchando como nunca en la prórroga. Hubo ocasiones para ver al Real Madrid por delante en el marcador otra vez. Sin embargo, un pase de Modric que no llegó a Brahim condenó a los merengues con un zapatazo de Koundé a 4 minutos del final. El pitido final vino acompañado de la expulsión de tres jugadores, Lucas Vázquez, Bellingham y Rüdiger. El sentimiento de desesperación imperó en el madridismo: el equipo lo tuvo tan cerca que todo el mundo acabó creyendo en el triunfo.
Los jugadores acabaron exhaustos por el esfuerzo. Por fin, Mbappé volvió a echarse al equipo a la espalda en un momento crítico. La calidad de Arda Güler demostró que es una pieza clave que necesita más minutos. El acierto de Fede Valverde en cualquier posición, el talento de Bellingham o la contundencia de Tchouaméni fueron algunas de las virtudes que casi hacen campeón al Real Madrid. También Ancelotti acertó en el banquillo, pues agitó el equipo pronto y le fue de gran utilidad. Como siempre, hay jugadores que tuvieron un nivel más alto que otros pero toda la plantilla remó en la misma dirección para batir al Barça.
No pudo ser, pero tampoco estuvo tan lejos. No fue una utopía, más bien una pseudo-realidad. El elenco merengue le encontró las costuras al Barça de Flick que tan invencible parecía y casi le hace volver a Barcelona con las manos vacías. Ahora se buscan culpables y depurar responsabilidades porque el Real Madrid no empezó a reaccionar hasta el segundo tiempo, uno de los males mayores de los pupilos de Ancelotti en toda la campaña. Aún queda LaLiga y el Mundial de Clubes, pero esta final duele mucho en Chamartín.
Más que un Clásico, fue una montaña rusa de emociones en la que los blancos vivieron la cara amarga del fútbol. Es cierto que costará recuperarse y rodarán cabezas de cara a la próxima temporada, pues la exigencia del club no permite perder una final contra tu máximo rival y salirte de rositas pese a haber dado la cara. El Real Madrid cayó, pero al menos lo hizo luchando hasta el último instante.