Pacha Espino: Por tu padre, por Antonio Hita | OneFootball

El lateral izquierdo del Rayo Vallecano fue el héroe ante el Jagiellonia, con un gol dedicado para su padre, recientemente fallecido

El 2 de diciembre, cerca de que ese día echara el cierre, el Rayo Vallecano daba el pésame a Pacha Espino por el fallecimiento de su padre. Una noticia que dejó a todo el rayismo preocupado por el charrúa. Sus compañeros eran conscientes de que eran tiempos complicados para el ex del Cádiz CF. También el club, donde Raúl Martín Presa y toda la entidad comprendieron la situación por la que pasaba el futbolista: «Agradecido a mi familia, a esta gente, a mis compañeros, al cuerpo técnico y al club. Me apoyaron en este mes que me fui tres veces a Uruguay. Me dieron la libertad de ir y de volver tranquilo, me perdí un par de partidos y no hubo problema y eso se agradece mucho», reconoció el Pacha en zona mixta. Porque después de no estar frente al Real Ávila y el RCD Espanyol, el jugador de 33 años no quiso perderse la cita ante el Jagiellonia, donde el Rayo Vallecano se jugaba certificar su pase a las eliminatorias de la Conference League.

Había un plan

Las culturas de Sudamérica afirman que el mate es un símbolo cultural, hospitalidad y unión. Tres conceptos que se podrían trasladar al vestuario franjirrojo. Una familia que arropa a quien más jodido está. Nadie es puramente de Vallecas en la actual plantilla de Íñigo Pérez, pero todos han crecido futbolísticamente en el barrio. Esos valores residen en un grupo que provoca la posible resurrección de cualquiera de sus protagonistas. El triunfo de anoche en tierras polacas certifica esto. Sergio Camello y el Pacha Espino fueron los goleadores, pero también completaron un gran partido. Ambos han pasado tiempos complicados en sus vidas personales, pero ahí estuvieron, abrazados por el resto.

El Pacha Espino, celebrando su gol junto a Pep Chavarría y Jorge de Frutos. Foto: Rayo Vallecano

En el caso del Pacha es más meritorio. Acostumbrado a ser titular en la Conference League, en la tarde de ayer partió desde el banquillo. Ahora bien, Íñigo Pérez tenía un plan para él. No es la primera vez que el técnico natural de Pamplona prueba al uruguayo en un doble lateral junto a Pep Chavarría para actuar de extremo. Una actualización de su posición donde, curiosamente, tiene mucho impacto favorable para los intereses del Rayo Vallecano. Con 1-1 en el marcador y con el Jagiellonia dominando la segunda mitad, al minuto de entrar, el Pacha Espino se inventó un centro chut raso colosal desde el costado izquierdo para descolocar a Slawomir Abramowicz y, asimismo, dar el gol de 3 puntos que hacen a la Franja acariciar el top-8 de la competición europea. Acabó manteado por sus compañeros en una noche que ya es historia del rayismo.

Espinas en el trayecto

Pero conseguir mirar al cielo para gritar de alegría no ha sido, precisamente, un camino de rosas para el Pacha Espino. Natural de San Jacinto, una población situada a 52 kilómetros al norte de Montevideo, creció en el barrio Unión Repeto, con su familia en una humilde vivienda. Ese origen ha sido clave para calar de pleno tanto en los vestuarios del Cádiz CF como del Rayo Vallecano, dos clubes humildes de nuestro fútbol. Sus inicios no fueron fáciles. Durante 10 años, tuvo que coger varios autobuses entre las 5 y las 6 de la mañana. A veces, ese sacrificio le provocaba quedarse dormido. Por suerte, el conductor siempre estaba dispuesto a despertarlo.

Historias paralelas

Nacional, Cádiz CF y Rayo Vallecano resumen su trayectoria deportiva. Con 22, empezó a jugar en el fútbol de mayores, una edad tardía. A los 27 aterrizó en Europa y ahora, en su época más veterana, está establecido en la élite del fútbol. Impactado por haber compartido vestuario con figuras como el Chino Recoba, Álvaro Negredo o el propio Óscar Trejo, el inicio del charrúa en el barrio no fue fácil. Es más, estuvo a punto de producirse un posible retorno a Nacional, pero no se terminó dando. El Pacha apostó por integrarse en Vallecas y lo ha conseguido. Por otro lado, Íñigo Pérez le define de la siguiente manera: «Es corazón y pasión. Es el ejemplo personificado de lo que queremos ser como equipo. Es un jugador volcánico». No hace mucho, ante el Celta se pudo notar su lava en forma de carácter. Se enfadó tras ser sustituido, golpeó un micrófono de campo y fue frenado por el Chocota Trejo, que lo tuvo que hasta sujetar. A partir de ahí, el Pacha Espino ha crecido. Respondió con asistencia ante el Skhëndija y con gol ante la Real Sociedad así como el gol conseguido esta noche.

Pacha Espino, extasiado tras lograr el gol de la victoria ante una España plana y sin ide

La sonrisa de Lola

No es titular, pero es una pieza importante dentro del grupo. Un compañero que siempre está dispuesto a sonreír por el resto. El Pacha Espino demostró puro rayismo. Lola, una de las aficionadas míticas del Rayo Vallecano, seguramente, miró al cielo en algún momento para acordarse de Antonio, su marido, que falleció hace unos meses. Seguro que, tanto el padre del jugador como el veterano aficionado franjirrojo se unieron para presenciar desde el cielo de Białystok la felicidad desbordada sobre el césped y las gradas del Chorten Arena. Porque la Franja es esto: valorar lo que se tiene y acordarse de lo que ya no es posible recuperar, pero sí usar esa ausencia para levantar con fuerza los momentos marcados por la adversidad. Como el hincha que hoy viene desde Polonia de empalmada y tiene que volver a su curro para saborear la realidad de la vida. ¿El consuelo? Que nadie quitará estos capítulos emocionantes que ya van directos al corazón de los rayistas. Lo importante es dejar el legado, como lo hizo Antonio Hita, como lo hizo anoche el Pacha Espino. Contribuyentes a que el latido del barrio siga bombeando por Europa. El charrúa es el mate de la superación. Beber del sacrificio para acabar lleno de gloria.