Parce, Fydriszewski es todo lo contrario a Jhon Durán | OneFootball

Parce, uno a veces no entiende cómo hay pelados con tanto talento que se pierden en el ego. Lo de Jhon Durán es una locura: sí, es potente, tiene gol, juega en Arabia… pero últimamente parece que se le subió la espuma a la cabeza. En el último partido de la Sele, contra Perú, el man manoteó a varios compañeros como si fuera el dueño del equipo. ¿Y qué dicen los rumores? Que hasta armó bronca en el camerino con el profe Néstor Lorenzo. ¡Una locura total!

Y ojo, que aquí no se trata de crucificar a nadie, todos somos humanos y nos calentamos. Pero una cosa es jugar con carácter y otra muy distinta es pasar por encima del grupo. En una Selección, parcerito, se gana en combo, no en solitario. El respeto no se negocia. El talento te mete al partido, pero la actitud es la que te deja en la historia.

Ahora comparalo con un man que sí la tiene clara: sí señores, hablo del Polaco Fydriszewski, nuestro 9 del Poderoso. Ese man llegó sin hacer bulla, se puso la camiseta del DIM con humildad, se metió a los entrenamientos como una máquina y ni cuando la pelota no entraba bajó los brazos. Nada de manotazos, nada de dramas, solo trabajo y respeto.

El Polaco entendió que en el Medellín se lucha cada partido, se deja el alma por la hinchada y se juega por el escudo. ¿No hacía goles? Pues entrenaba el doble. ¿No arrancaba de titular? Igual alentaba a sus compañeros. Y hoy, que lleva dos pepas seguidas, no se volvió loco: al contrario, ahora es el primero en tirarse al piso a recuperar una pelota. ¡Ese es el tipo de jugador que enamora al hincha!

Y eso es lo que uno como parcero del rojo valora: el que pelea cada balón como si fuera el último, el que no necesita gritar para liderar. Porque aquí no nos tragamos cuentos de estrellas: en el DIM la figura es el que suda la camiseta, el que respeta al técnico, el que se parte el alma por estos colores.

Entonces, Jhon Durán, si algún día llegás al Medellín (que ojalá, porque talento tenés), acá te esperamos con los brazos abiertos, pero con una sola condición: que vengás con humildad, con la cabeza fría y el corazón caliente. Porque en el rojo no hay lugar para la soberbia, solo para los guerreros.

Así que viva el Polaco, viva el trabajo silencioso y viva esa hinchada que siempre está, en las buenas y en las malas. ¡Vamos Medellín, que con estos berracos sí se puede soñar en grande!