Parce, Jorman Campuzano merece un capítulo aparte | OneFootball

¡Parce, qué loquera lo que jugó Jorman Campuzano en El Campín! Ese man no pisó la cancha, la devoró. Literal, se tragó cada metro del terreno como si llevara años esperando ese partido. Desde el primer minuto fue pura intensidad, presionando, corriendo, anticipando… una máquina de guerra vestida de verde. ¡Qué orgullo tenerlo en este combo!

Los de Millonarios no sabían por dónde pasar, parce. Cada vez que intentaban armar algo, ¡pum! Aparecía Jorman con la suela arriba, el quite limpio y el pase claro. No dejó que nadie se sintiera cómodo. Y es que más que un partido, eso parecía una pelea por el respeto, y Campuzano dijo: «Aquí el que manda soy yo».

Parce, y hubo una jugada que fue brutal: se paró firme frente a Falcao, sí, ¡al mismísimo Tigre! Y no se achicó ni cinco. Se le cuadró de frente con esa mirada de quien ha batallado en mil guerras. Y aunque Falcao es un grande, esa noche le tocó reconocer que había otro capo en la cancha… y se llamaba Jorman.

Lo de Campuzano no es solo físico, mi hermano. El man piensa rápido, se anticipa, mete el cuerpo justo, no regala faltas bobas y siempre está donde debe estar. Es como si tuviera un GPS interno que lo guía al balón. ¡Una locura ese nivel, parcerito!

Y no es solo lo que corta, sino lo que genera. Cada balón recuperado era una contra verde, cada quite una esperanza. El man conecta al equipo, da aire, oxígeno, y encima le mete garra y corazón. Así es como se juega en Nacional, papá, con el alma en cada jugada.

Lo de Jorman es pa’ pararse y aplaudir. Qué fortuna tenerlo en el equipo, parce. En partidos como este es donde uno dice: “¡Ufff, gracias a Dios este man es de los nuestros!”. Porque ese nivel no se ve todos los días, y cuando aparece, hay que celebrarlo como un gol.

Así que mis verdolagas queridos, valoren lo que tenemos. Porque Jorman Campuzano no solo se comió el campo… ¡se metió en el corazón del hincha otra vez! Con tipos así, que sudan la camiseta como si fuera su segunda piel, ¡vamos pa’ donde sea! ¡Arriba el Verde, carajo!