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La Galerna

·9 ottobre 2025

Tres bulos para un parón

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Parón de selecciones. Momento perfecto para que los medios se aburran, los tertulianos se froten las manos y los “informadores” de pacotilla, los youtubers de portalillo y los insiders de sofoco saquen a relucir sus “exclusivas”, sus teorías de salón y sus argumentos sopera. Porque, cuando no hay partidos, hay que llenar portadas y rellenar minutos, aunque no haya nada de enjundia real que contar.

Y claro, en este vacío resulta inevitable que aparezcan tres temas favoritos de cierto sector: La supuesta “mejora económica” de ese club del que usted me habla, el “cambio de modelo de gobernanza” del Real Madrid y los “problemas internos en el vestuario” de ese último club.


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Los tres tienen algo en común: son mentiras con adorno y cháchara para vender humo. Pero eso no impide que proliferen en tertulias y titulares.

Analicemos los tres.

La presunta recuperación económica culé

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Empecemos por lo más risible: la “resurrección económica” de ese club que algunos pretenden erigir como ejemplo. Que si perspectiva de nuevos ingresos, que si “reforma de estatutos para atraer inversores”, que si nuevos patrocinadores… Pónganlo bonito como quieran, pero la realidad es que están más tiesos que la mojama.

Porque no basta con decir que hay “mejora financiera”: hay que demostrarla, y más aún en el fútbol cada vez más voraz y exigente. Y lo que uno ve (balance tras balance, rumor tras rumor) es un agujero persistente, deudas latentes, facturas aplazadas y expectativas incumplidas. Pero, ojo: eso no impide que se intente colar la narrativa de que “todo va viento en popa” para alimentar ilusiones, desviar la atención y seguir aspirando al eco político y mediático.

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Y así, cuando la prensa sin tema repite “un club en alza”, “una gestión ejemplar” o “el milagro económico”, el lector entrenado debe apretar los dientes y preguntar: ¿y dónde están los auditores externos que lo avalan? ¿Dónde las cuentas reales? Porque en muchos casos, esas promesas solo son humo que se apaga cuando se enciende la luz del balance.

En lo que respecta al tan citado equipo cliente de Negreira, la última auditoría introdujo una curiosidad: las cuentas presentadas previamente han tenido que ser retocadas a la baja. Un detalle que conviene que los aficionados sepan.

El equipo azulgrana pierde 4-1 ante el Sevilla y con ello regala semanas de debate, análisis y críticas propias de un grande derrotado. Pero casi nadie lo menciona: los focos están puestos en el Real  Madrid

Porque hasta ahora muchos medios han hablado del asunto con la ligereza de quien cuenta una leyenda urbana. Se mencionan los fichajes, se menciona la vuelta el campo oficial, se calla la ilegalidad de jugar en un campo de tercera… pero pocos destacan el matiz de que una auditoría obliga a corregir esas cuentas originalmente remitidas.

Eso indica dos cosas: una, que algo no estaba bien en esas presentaciones; dos, que la propia institución que analiza las cuentas se sintió obligada, bajo presión normativa o: “te lo dejo pasar si lo corriges”, a ajustar la realidad contable hacia abajo. Es decir: reconocimiento de error contable obligado, no cortesía.

Ese matiz es esencial, porque transforma un rumor en un hecho concreto. Y cuando lo muertes a verduzco, el cuento de “esto no es más que teoría conspirativa” se vuelve más difícil de defender para quienes no quieren reconocer que hubo una intervención profesional.

El cambio del modelo de gobernanza en el Real Madrid

Es un tema delicado. En cuanto alguien lo menciona, los ojos se le iluminan al montón de charlatanes que viven de alimentar incertidumbres y demonizar lo que no comprenden. Como si bastara decir “vamos a cambiar la estructura” para que todo el mundo entre en pánico.

Pero la realidad es que no hay modelo definido aún. Nadie sabe con certeza las propuestas, apenas se han diseñado bocetos vagos, y los que hablan como si lo tuvieran todo cerrado lo hacen por conveniencia: para sembrar miedo en el socio madridista (“cuidado, que te quitan el control”) o para venderse como adalides de un nuevo orden que casi nadie pidió.

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Es un filón brutal para youtubers de pacotilla, insiders de barra de bar, tuiteros que nunca han ganado un voto de socio y charlatanes en general. Con unas cuantas frases bien colocadas, pueden sembrar desconfianza entre los socios, poner en pie de guerra a quien no entiende mucho de estatutos y arrogarse el papel de salvadores del club.

Pero ojo: la verdadera clave está en quién controla el control. Cambiar estatutos de un club como el Real Madrid no es cosa menor; implica riesgos serios. Y quienes sugieren que “el socio perderá el control del club” mienten con estilo. Porque el mayor temor de esos que propugnan que no se cambie es precisamente perder las opciones de los adversarios (internos o externos) de colarse en el club, tomar posiciones y controlar centros de poder, como a punto se ha estado en varias ocasiones.

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Así que ellos claman “no necesitamos un nuevo modelo”, pero sin explicar sus propuestas ni sus salvaguardas. Y en esa oscuridad se mueve con toda la libertad el pan con mantequilla para el discurso del miedo.

Aquí llegamos al corazón de la batalla real, porque el socio del Real Madrid es, y ha sido, poco proclive al cambio extremo. Suele mirar más al árbol que al bosque, más al dedo que a la Luna, rechaza lo que no entiende, abraza eslogans fáciles, se siente más seguro en el statu quo, aunque esté necesitado.

todos los que quieren controlar al Real Madrid están asustados porque un nuevo modelo de gobernanza del club podría (y querría) blindarle de ellos para siempre y, claro, eso, cuando llevas toda una vida intentando controlar, es muy difícil de digerir

Si intentas explicarle modelos complejos, estructuras intrincadas, mecanismos de gobernanza sofisticados (eso que llaman “gobernanza corporativa”) lo vas a perder. Y eso es lo que algunos sabotean: que el socio no comprenda y termine tragando con el discurso del miedo (“cuidado, que se quieren quedar con el club y quitártelo").

Por eso el caballo de batalla es el socio: hay que mantenerlo inseguro, ponerlo en vilo y venderle, entre bambalinas, que el cambio “cambia la forma y el fondo”. En definitiva, todos los que quieren controlar al Real Madrid están asustados porque un nuevo modelo de gobernanza del club podría (y querría) blindarle de ellos para siempre y, claro, eso, cuando llevas toda una vida intentando controlar, es muy difícil de digerir.

Los supuestos problemas del vestuario

Los supuestos problemas del vestuario es un (oh, clásico) comodín de los tertulianos cuando no tienen nada más que contar. “División interna”, “conflictos entre cracks”, “mal ambiente”, “pulso entre jugadores y entrenador”… Es la panacea del rumor fácil. Pero la verdad es que no hay nada de nada.

No hay filtración seria, no hay fuente fiable, no hay documento creíble ni declaración contundente que sostenga esos cuentos de camino a los platós. Y cuando alguien los menciona, conviene preguntar: ¿quién lo dice? ¿Cuál es el origen? ¿Qué elemento concreto lo avala?

Lo que hay —y eso sí es real— es un equipo con personalidad colectiva, un vestuario profesional, una cultura de alto rendimiento. ¿Que puede haber tensiones puntuales? Claro. ¿Que un par de jugadores no estén de acuerdo con una decisión? También. Pero eso no merece cubrir programas enteros como si fueran crisis sistémicas.

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Y mientras todo este ruido se monta, el señor que dirige el circo sabe que lo más efectivo es desviar la atención. Y ahí entra la pieza maestra: que no se hable de la debacle del “mejor club de Les Corts” en Sevilla.

Sí, esa segunda derrota consecutiva que ha pasado de puntillas. El equipo azulgrana pierde 4-1 ante el Sevilla y con ello regala semanas de debate, análisis y críticas propias de un grande derrotado. Pero casi nadie la menciona: los focos están puestos en el Real  Madrid, en su modelo, en su vestuario y en las novias de algunos.

El Barcelona se desploma, el narrador escondido convierte su caída en un “accidente táctico”, y los medios afines miran para otro lado. Resultado: un fiasco deportivo que debería generar debate intenso queda enterrado entre montones de conjeturas sobre modelos y crisis ajenas.

Pero no puede ser casualidad: cuando el Madrid protagoniza algo real, lo atenazan; cuando el Barça se hunde, lo silencian. Así funciona la maquinaria.

Y a todo esto, lo del partidito en Miami. La adulteración de la competición en su grado superlativo y, por qué no decirlo, la nueva relación entre Ceferin y Laporta, que a este humilde escribidor de cosas le mosquea más que el sonido de la lotería a un pavo. Así se empezó con Platini y, fíjense, cuatro Copas de Europa con más sombras que luces se fueron a esa ciudad de la que usted me habla. Es de esperar que la FIFA, con Infantino al frente, tome medidas y evite la catástrofe del fútbol.

Me despido con la frase de siempre: ser del Real Madrid es lo mejor que una persona puede ser en esta vida, ¡Hala Madrid!

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