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·31 de dezembro de 2025

El año en el que el Barça volvió a creer

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En 365 días que ya forman parte de la historia del club, el equipo dirigido por Hansi Flick ilusionó al barcelonismo con su sed de triunfos.

Seguramente no demasiados situaban al Barça en su actual situación deportiva hace justo un año. En ese momento, Hansi Flick, que había empezado como un tiro en sus primeras semanas como técnico del equipo, se encontró con la que, a día de hoy, sigue siendo su peor racha de resultados al frente del Barça. Sin embargo, y como cualquier lector sabrá, todo cambió con el 2025 para los azulgrana. Lo hizo con la que fue (y sigue siendo) la pieza primordial de este proyecto: algo aparentemente tan sencillo como creer. Algo que hacía años que el aficionado culé no experimentaba con su equipo.

Basta decir que el Barça no perdió su primer partido del año hasta mediados de abril, pero antes de llegar a ese punto hay que rebobinar hasta los primeros días del 2025. Al momento en el que la era Flick consiguió tocar metal por primera vez y demostrar que esto iba muy en serio. Primera parada: Supercopa de España.


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Y pudo ser peor

Tras arrancar el año natural con la victoria en Barbastro por 0-4 en la primera eliminatoria de la Copa del Rey, el Barça viajó hasta Arabia Saudí para disputar la Supercopa. El conjunto de Hansi Flick venía marcado por la mala racha de resultados de finales de 2024, consciente de que este título podía suponer un punto de inflexión para la segunda mitad de la temporada. Y vaya si lo fue.

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Los jugadores de La Masía posando juntos, tras ganar la Supercopa de España. Fuente: FC Barcelona

Sin demasiado brillo se impuso el Barça al Athletic Club (0-2) en semifinales, para encontrarse días después en la final con el eterno rival, el Real Madrid. Era el segundo clásico de la temporada, tras el imponente 0-4 de los azulgranas en el Bernabéu en Liga. Sin embargo, y pese al precedente tan positivo, no se podía dar nada por sentado. Y el Madrid, o más bien dicho, Kylian Mbappé, se encargó de recordárselo al Barça adelantándose a los 5 minutos de juego. Hasta ahí llegó la alegría blanca.

La noche del 12 de enero en Yeda fue la primera gran demostración de que este equipo era distinto. Destrozando al Madrid desde su vertiginosa velocidad y verticalidad, el Barça logró ya no solo revertir el marcador, sino hacer sangre de su rival. Al descanso, los goles de Lamine, Lewandowski, Raphinha y Balde pusieron el 1-4, y a los 3 minutos de la reanudación el atacante brasileño puso la manita. Solo una expulsión de Szczesny fue capaz de parar el vendaval culé, que quién sabe hasta dónde podría haber llegado con 11 jugadores. Finalmente, la final acabó 2-5 para el Barça, y Flick acalló las dudas ante un Ancelotti que puso la primera piedra de su futura salida del Real Madrid.

Locura en Lisboa

Escasos nueve días después, el Barça viajó a Portugal para verse las caras ante el Benfica en el Estadio Da Luz, escenario de ingrato recuerdo para la memoria de todos los culés. Allí se produjo la derrota más escandalosa de la historia del club en Europa, el 2-8 frente al Bayern de Múnich en verano de 2020. Además, en 2021 el Barça de Koeman cayó por 3-0 ante los lisboetas en fase de grupos de la Champions. Por suerte, y en un martes de enero cualquiera, los de Flick decidieron regalar al mundo del fútbol un partido histórico.

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Raphinha culminó una remontada histórica en Lisboa. Fuente: F.C.Barcelona

Tras un partido a todas luces rematadamente malo del Barça, en el que perdía 4-2 más allá del minuto 70, la magia empezó a sobrevolar en la capital portuguesa. Lewandowski desde el punto de penalti redujo distancias, para que la locura se sucediera en los minutos finales. Eric García, con un cabezazo antológico (no sería el último en Champions) y la expulsión de Cabral en el Benfica dejaban el encuentro 4-4 en un descuento agónico. Y cuando el Benfica estaba más cerca de la victoria que el Barça, le llegó un balón a Raphinha en mitad de campo. Y el brasileño corrió. Corrió como si le llevara la vida en ello. Y con una definición a la altura de los más grandes, culminó una de las remontadas más locas de la historia de la Champions. Da Luz quedó silenciado (por si fuera poco, por un ex del Sporting de Lisboa) y el Barça se confirmó como equipo de octavos de final.

El Metropolitano sentencia

Si el año había arrancado de forma excelente para el Barça, las semanas siguientes solo confirmaron las buenas sensaciones. En la Copa del Rey, los de Flick se impusieron con sendas goleadas a Betis y Valencia para llegar a semifinales. En Liga, se encadenaron seis victorias consecutivas. Y en ambas competiciones un escenario fue clave para desencadenar el posterior triplete nacional: el Metropolitano.

Allí, el Barça salió victorioso por partida doble, en encuentros muy distintos. Primero en competición doméstica, donde en otra remontada para el recuerdo, el Barça dio la vuelta a dos goles de desventaja para acabar ganando por 2-4. Los últimos veinte minutos de ese partido fueron el Barça de Flick en su máxima expresión, dejando al Atlético de Madrid tocado y hundido en su lucha por la Liga.

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El Barça celebrando la remontada liguera ante el Atlético. Fuente: F.C.Barcelona

En Copa, el contexto era distinto. Tras un loco empate a 4 en Montjuic, el partido de vuelta en Madrid se antojaba muy duro. Un solitario tanto de Ferran Torres dio el pase a la final de la Cartuja, dejando a los del Cholo sin posibilidad de títulos una temporada más. Los dos principales títulos nacionales se preparaban para una nueva batalla entre Barça y Real Madrid.

Preclímax

Antes de que llegaran las dos semanas que definirían la temporada 24/25 del Barça, hubo que sufrir un poco más. Una vez batido de nuevo el Benfica, esta vez en octavos de Champions, Flick y compañía se vieron las caras con el siempre peligroso Borussia Dortmund en cuartos de final. Aunque en la ida hubo poca competencia, a priori, con un 4-0 que llevó al éxtasis a los culés, que veían más cerca que nunca unas semifinales de la máxima competición europea seis años después.

Sin embargo, con este Barça nunca se pueden dar los partidos (o eliminatorias) por muertas. El Signal Iduna Park fue el primer gran toque de atención del 2025 para el equipo, que se vio derrotado por primera vez en lo que iba de año. En ese 15 de abril se aparecieron viejos fantasmas europeos del Barça, que, con un 2-0 abajo en el descanso, empezó a dudar de sí mismo. Finalmente el 3-1 definitivo confirmó el pase a semis, pero el equipo ya sabía que no podía relajarse ni un solo momento.

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Raphinha y Guirassy, en una acción de la eliminatoria entre el Dortmund y el Barcelona de la pasada temporada. Fuente: Getty Images

Solo cuatro días después, el ADN más puro de esta era volvió a las andadas en Liga. Ante el Celta de Vigo, y tras una pésima imagen, el resultado reflejaba un 1-3 pasados los 60 minutos de juego. Y una vez más, ocurrió un nuevo milagro. Bajo el liderazgo de Raphinha, símbolo inequívoco de todo lo que representa este Barça, el equipo creyó de nuevo. Al término de los 96 minutos los marcadores de Montjuic reflejaban un 4-3 que mantenía al Barça en lo más alto del campeonato.

Koundé estalla

Una semana más tarde llegó la segunda final de la era Flick. De nuevo un Clásico, esta vez con la Copa del Rey en juego. Y Sevilla fue testigo de un partido precioso, que definió a la perfección lo que es un Barça-Madrid ante una Cartuja repleta de aficionados de ambos equipos. Todo ello pese a la incendiaria previa, con el colectivo arbitral como protagonista.

El Barça salió dominante y se adelantó gracias a un golazo de Pedri desde fuera del área, uno de los mejores del año. Pese a verse superado en la primera parte, el Madrid sacó una cara que le faltó durante el resto de temporada. Consiguió darle la vuelta a la final gracias a los tantos de Mbappé y Tchouaméni, y el Barça volvió a encontrarse con un marcador adverso a falta de menos de 15 minutos para acabar el tiempo reglamentario.

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Koundé tras el gol que le dio la Copa del Rey al Barça. Fuente: FC Barcelona

Pero la historia se repitió, y el Barça de las remontadas no dejó escapar la oportunidad. Primero Ferran, gracias a un excelente envío de Lamine, batió a Courtois y mando el partido a la prórroga. Y cuando la final agonizaba y los penaltis acechaban, un mal pase de Luka Modric cayó en los pies de Jules Koundé, que grabó su nombre en la historia azulgrana. Un zapatazo raso, colocado al poste derecho del guardameta blanco, puso el 3-2 definitivo y brindó a Flick su segundo entorchado como entrenador azulgrana.

La eliminatoria del siglo…

No hubo demasiado tiempo para celebraciones. Cuatros días después el Barça recibía al Inter de Milán en Montjuic, en la ida de unas semifinales de Champions que pasarían a los anales de la máxima competición europea.

Fue pitar el árbitro y el mal hacer del Barça en los instantes iniciales llegó a cotas nunca vistas. En el primer minuto de juego Marcus Thuram adelantó al Inter ante un equipo y afición en shock. Por si fuera poco, a los veinte minutos, Dumfries duplicó la ventaja. De esta no saldría el Barça. Pero, una vez más, y con la única explicación de que hay momentos propios de brujería, los de Flick volvieron a la vida. Fue gracias a una de las mejores actuaciones individuales que la Champions ha visto en mucho tiempo. La de un Lamine Yamal que se consagró a ojos del mundo. Con un gol maradoniano recortó distancias (estuvo a punto de convertir otro si el poste no lo hubiera impedido) y minutos más tarde Ferran empató a 2.

La segunda parte volvió a ver al Barça por detrás en el marcador. Dumfries hacia sangre ante una defensa floja a balón parado, pero los astros no dejaron de alinearse para los locales. En una mezcla de talento y fortuna, un feroz disparo de Raphinha acabó por entrar en la portería de Sommer tras rebotar en el palo y la espalda del guardameta suizo. 3-3 y todo abierto de cara a San Siro.

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Flick consolando a Raphinha tras el partido contra el Inter. Foto: Dan Mullan / Getty Images

…y su desenlace

Y llegó el día. El día que todo culé esperaba desde hacía tanto tiempo. El día en el que una nueva final de la Champions estaba en el horizonte. Y cómo no, por enésima vez, todo se le puso en contra al Barça. Un nuevo inicio para el olvido llevó al 2-0 del Inter al descanso. Obviamente, llegados a este punto, el Barça creyó. Olmo y Eric García, el segundo en un partido memorable, empataron el encuentro con sendos cabezazos. Los italianos no se lo podían creer. Entonces llegó ese gol que siempre estará en el recuerdo de la historia culé. En el minuto 87 Raphinha implosionó al barcelonismo con un gol que culminaba la remontada de las remontadas. El Barça estaba en la final de Múnich. El relato a partir de aquí es más que conocido. Acerbi forzó la prórroga en el 93 tras un palo de Lamine. Frattessi culminó la contraremontada del Inter (4-3). Y el Barça, que luchó como nunca hasta el último segundo, vio, entre lágrimas, como se le escapaba una oportunidad histórica.

El truco final

El apretado calendario no dejó al Barça demasiado tiempo para lamerse las heridas. Le esperaba el cuarto Clásico de la temporada ante el Real Madrid, en una final que decidiría la Liga. Los blancos llegaban a 4 puntos del liderato, conscientes de que debían ganar sí o sí para seguir vivos en la lucha (tan solo quedarían 9 puntos en juego tras el pitido final). Y el encuentro fue otra oda al fútbol, reivindicando la temporada del Barça como una de las más locas que ha vivido el club.

El partido empezó como tantas otras veces, con los de Flick por debajo. Y, de nuevo, por partida doble gracias a un sublime Mbappé, que no falló las dos oportunidades que tuvo. Pero el Barça de los remontadas culminó su última obra maestra de la temporada, en 26 minutos de locura en Montjuic. Eric García, Lamine Yamal y Raphinha, por partida doble, le endosaron al Madrid 4 goles letales. Mbappé hizo daño de nuevo, logró el hat-trick y los de Ancelotti tuvieron en su mano el empate, pero la historia estaba escrita. El Barça volvió a hacerlo. En total 16 goles en 4 partidos ante el eterno rival. Un hito histórico que dio pie a la consecución del título liguero ante el Espanyol cuatro días después en Cornellà.

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Lamine, Gavi y Fermín celebrando la victoria en El Clásico. Fuente: F.C.Barcelona

Luces y sombras

La presente temporada arrancó con buen pie en Liga (y con las incorporaciones de Joan García y Marcus Rashford), aunque no con la contundencia vista en los primeros compases de la temporada anterior. Con alguna duda, pero con ganas de demostrar su poderío en Europa, llegó uno de los choques más esperados del momento. El Barça se enfrentaba al actual campeón de Europa, el Paris Saint-Germain de Luís Enrique, en un Montjuic que volvía a ser testigo de una noche grande en Europa a la espera del regreso del Spotify Camp Nou. El resultado, un engañoso 1-2, no mostró la amplia superioridad de los franceses, que dejaron al Barça tocado.

Este partido marcaría la tendencia negativa ante los grandes equipos esta temporada. En el Clásico del Bernabéu se perdió por el mismo resultado que antes los parisinos, en otro partido gris de los de Flick. El momento de inflexión llegó con la abultada derrota en Champions ante el Chelsea. El 3-0 dolió en Can Barça, con Stamford Bridge volviendo a ser un estadio de ingrato recuerdo pese al Iniestazo. La defensa adelantada del técnico alemán, y todo su estilo al completo, vivían uno de sus momentos más complicados desde su llegada a Barcelona.

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Lamine Yamal disputando el balón con Cucurella | @ChelseaFC

Back on track

Pero el 2025 no podía acabar con mal sabor de boca para el Barça, y tras la promesa de cambio de Flick en Londres el equipo respondió. Siete victorias consecutivas sitúan al Barça como la segunda mejor racha de triunfos consecutivos en Europa a día de hoy, solo por detrás de las ocho del City de Guardiola. De estas victorias la más importante se cosechó ante el Atlético de Madrid en casa. En la auténtica casa del Barça, que volvió a finales de noviembre al Camp Nou tras más de dos años y medio de espera. Hasta el momento son 5 victorias de 5 en el feudo azulgrana, que con tan solo 45.000 espectadores de aforo se ha convertido en un auténtico fortín para el Barça.

El último partido del 2025 fue en Villarreal (el que iba a ser en Miami, vaya final de año habría sido ese), con un Barça campeón de invierno y afianzado en lo más alto de la Liga, cuatro puntos por delante del Real Madrid, gracias a un sólido 0-2.

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Raphinha volvió a demostrar ante el Atlético su liderazgo. Fuente: F.C.Barcelona

Así cerró el Barça un año inolvidable, que ha cambiado la historia reciente del club y ha puesto de nuevo en el mapa europeo al equipo. La única manera de que el 2026 mejore a lo visto: la consecución de la sexta Champions. El reto está servido.

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