La Galerna
·23 de dezembro de 2025
Finalista VI Certamen de Cuentos Madridistas de Navidad

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·23 de dezembro de 2025

Sí, hoy es Nochebuena. No ha sido un año fácil. Son las ocho de la tarde y está nevando ahí fuera. Nada como el calor del hogar cuando nieva. Y estar rodeado de los tuyos. Me he afeitado antes de la cena. Esta noche cenamos solos los tres. Mi mujer y mi hija se han vestido con sus mejores galas. Mi hija Laura, a regañadientes. Tiene seis años. Se ha puesto el vestido de los domingos. Pero ella siempre se siente más elegante con su camiseta del Real Madrid que con cualquier otro vestido. Ella es feliz con su camiseta de Vini Jr.
Esta es la primera Navidad sin mi padre. Laura tiene la nariz pegada al cristal de la ventana. Está viendo caer los copos de nieve. Me asomo a su lado. En la calle la gente se va recogiendo. Todos se dirigen abrigados hacia las cenas con sus familiares. Miro hacia arriba. Seguro que mi padre está ahí, viendo a su nieta pegada al cristal. Laura está mirando hacia el cielo, seguramente buscando a su abuelo.
Mi esposa Arancha ya está nerviosa haciendo viajes a la cocina. No pasa nada, cariño. Estamos solos los tres. Seguro que todo está muy rico. Lo importante es que estemos juntos.
Rodeo la mesa del comedor. Sí, ahí está la silla vacía de mi padre. Le tuvimos en casa durante sus últimos años. Fue perdiendo la vista y el oído. Pero siempre estaba de buen humor. Laura está tranquila. Ella no sabe lo que es la muerte. Ella solo sabe que su abuelo está ahí arriba, con nuestro gato Felipe y con don Alfredo Di Stéfano.
A medida que cumples años tienes más aliados en el cielo que en la tierra. Pero la conexión nunca desaparece. Nunca. Mi conexión con mi padre fue el Real Madrid. A medida que nos vamos haciendo mayores, los temas de conversación con nuestros padres son cada vez menos. Al final solo nos queda el tiempo y el Madrid. Se nos ha lesionado otra vez Carvajal, papá. Sí, hijo. Qué le vamos a hacer. A ver si encontramos un lateral derecho en condiciones. Esas son las únicas cosas que les distraen de las complicaciones de salud a ciertas edades.
Espero poder disfrutar muchos años de mi hija. Tal y como disfruté de mi padre. Ambos compartimos la pasión por el Real Madrid. Una pasión que se transmite de generación en generación.
Llega una edad en la que todo está numerado. Los partidos del Real Madrid que te quedan por ver son finitos. Cuántos nos quedan. Cuántas temporadas. Cuántas orejonas más verán nuestros ojos. Empezamos a valorar todos y cada uno de los partidos porque están numerados. A la edad de Laura los partidos son infinitos.
Mi padre disfrutó de sus jugadores y de sus entrenadores. De Gento, de Amancio, de Pirri y de Stielike. De Miguel Muñoz. De un Bernabéu distinto. Conmigo coincidió en la Quinta del Buitre y en la travesía del desierto hasta la séptima. Y disfrutamos juntos de la mejor etapa de la historia con Cristiano, con Toni Kroos, con Luka Modric. El croata le encantaba a mi padre. Y con Zidane y don Carlo como estrategas. Laura ha empezado a disfrutar ahora con la sonrisa de Vini, con la simpatía de Camavinga y con el coraje de Bellingham. Son sus preferidos. El espíritu del equipo se seguirá transmitiendo a los jóvenes. Los veteranos se encargarán de ello. Los valores del Real Madrid son los de mi familia. Nuestros valores se transmiten por lo que vemos de nuestros padres. Todos estamos de paso, solo los valores y el Real Madrid perduran.
Entro en la cocina. Mi esposa está adorable. Arancha, deja que Laura se ponga la camiseta. Ella es feliz así. Un beso en la nuca lo soluciona todo. Tengo la mejor esposa del mundo. Arancha sonríe y asiente con la cabeza. Ella no es futbolera, pero es madridista porque las dos personas a las que más quiere lo son. No nos perdemos un partido. Le gusta vernos felices. Aunque a veces nos pillemos algún rebote con los de negro.
Voy a la habitación de mi padre. Abro su armario. Todavía no he sido capaz de sacar su ropa. Aquí está su camiseta Teka. Sí, la de Fernando Hierro. Hubo un tiempo en que le iba justita. Los últimos años empezó a adelgazar y le sobraba camiseta por todos lados. Pero no quería otra. Me acerco al salón y la coloco en el respaldo de su silla. Laura me mira. ¿Puedo? Me dice con la mirada. Por supuesto. Sale disparada, como Vinicius persiguiendo un balón en profundidad de Toni Kroos. Regresa con su camiseta y con la mía. Ya estamos todos equipados.
Laura sabe que su abuelo no se pierde ningún partido, tiene un asiento privilegiado. Ve todos los partidos desde el cielo. Su mirada tiene rayos X y atraviesa el techo del estadio. Grita gol exactamente igual que nosotros. Solo que no le oímos. Está muy lejos. Sentado en una estrella junto a don Alfredo. El día cuatro jugamos contra el Betis. No nos lo perderemos.
Nos sentamos a la mesa. Lleno con agua la copa de Laura. No trae mala suerte, Arancha. Eso son tonterías. Somos el Real Madrid. Lleno con champagne la copa de mi esposa. Después la mía. Ahora sí. Ya estamos todos. Puedes atacar los canapés, Laura. Feliz Navidad. Y hala Madrid.
Imágenes Gemini
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