La Galerna
·23 de dezembro de 2025
Finalista VI Certamen de Cuentos Madridistas de Navidad

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·23 de dezembro de 2025

Cuando se habla del viaje de los Reyes Magos de Oriente, se cuenta que vieron una estrella señalando el camino y así pudieron predecir y confirmar el nacimiento de Jesús, que se lanzaron a un viaje largo siguiendo la luz de esa estrella, conjunción planetaria o cometa o lo que demonios fuera, por la ruta del incienso, que duró no menos de cuarenta días, aunque hay estimaciones de que pudieran ser hasta dos años.
Ahora piensen ustedes en este viaje.
Dos años de tres señores durmiendo a la intemperie, pasando fatigas y preguntándose cada día si no se habrían equivocado al consultar el cielo. Esos mismos sabios también tuvieron que dormir, y soñar, y en uno de estos nos encontramos, sin saber cómo, por obra de La Galerna, imaginando cómo debió ser una de estas noches mirando las estrellas e intentando descansar un rato antes de retomar el penoso viaje.
—Despierta, despierta, ¡DESPIERTA!, Melchor, POR FAVOR.
—Qué pasa, Gaspar, duérmete, aún es de noche. Si no puedes dormir, mira las estrellas que nos alumbran, cuéntalas.
(gggrrr bbbbrrrrrr gggggrrrr bbbrrrr gruñidos y ronquidos, suenan a Baltasar, plácidamente dormido al raso).
—No, ya no quiero dormir más, no puedo, he tenido un sueño… perturbador.
—Querido Gaspar, tranquilo, a no ser que hayas soñado cómo vamos a esquivar al tal Herodes, mañana me lo cuentas.
—No, no, tiene que ser ahora. Melchor, escucha, es importante, ¡ESCÚCHAME!
—Mañana tenemos un camino largo, salimos al alba, la estrella ya es apenas visible y tenemos que seguirla o perderemos el rastro, mañana me lo cuentas.
—No, que no quiero que se me olvide. A ver cómo te lo explico, era todo blanco, pero todo. TODO.
—Soñaste con la nevada de ayer, normal, este viaje nos está alterando a los tres. Vamos a descansar un rato más antes de partir.
—Blanco, todo era de un blanco resplandeciente, intenso, que cegaba, pero no era el paisaje, aunque el paisaje se impregnaba de aquellos muchachos vestidos de blanco. Jugaban, reían, todos vestidos de blanco, seguían un artefacto redondo que golpeaban y se disputaban, todos corrían juntos hacia un portal…
—A ver, Gaspar, que has soñado con la nevada y se te ha juntado con nuestra misión, recuerda, vamos a adorar a un niño que va a nacer en un portal, en una cuadra, pero es…
—Por favor, Melchor, no me interrumpas, todos corrían juntos hacia un portal peleando y dando patadas a un artefacto redondo que parecía flexible. Qué sonrisas, Melchor, si llegas a verlo. Eran muchachos muy oscuros de piel, así como Baltasar, creía que le veía a él, y eran adultos pero sonreían como niños, para ellos era muy importante llegar al portal…
—¡Y para nosotros! Creemos que ese niño es la esperanza del mundo, y tú me hablas de un sueño de unos zagales corriendo tras una bola. Vamos, Gaspar, no habrás abierto la caja de incienso sin darte cuenta. Mira que tenemos que llegar con presentes, eso fue lo hablado antes de salir.
—Este Niño tiene que sonreír así, como vi en mi sueño, porque toda la alegría que yo he visto era blanca, pura, con todo lo que soñamos cuando somos niños, con un presente limpio y un futuro por estrenar, con…
—Ahora ya empezamos a entendernos. Cuéntame más, amigo Gaspar.
—Hay una cosa que no entiendo de mi sueño, todo lo que te he contado sí, porque he tenido una sensación preciosa al despertar, estoy sonriendo desde entonces, sin parar, pero hay una cosa que se escuchaba todo el tiempo, como una multitud gritando, un grito ensordecedor que no logro identificar, como un clamor que era imposible de contener…, no sé.
—¿Qué gritaban? ¿Eran los chicos de blanco?
—No, no. No sé quiénes eran, no se veía, pero gritaban de forma salvaje, como poseídos (no por el demonio, por Dios) por una fuerza poderosa que los empujaba. Gritaban “Madriz” o algo parecido.
—¿Madir?
—No, no, Madriz, o Madrid. Qué sé yo. Vamos a despertar a Baltasar, a lo mejor él sabe algo o ha soñado algo parecido.
—Baltasar, Baltasar, amigo, despierta, tenemos que seguir el camino.
No seré yo quien diga que los Reyes son blancos, pero es muy posible. Si no, cómo se explica su fe y su alegría, sin pensar en que después de llegar a Belén… tocaba el viaje de vuelta.
(Dedicado a los madridistas más confiantes, a los que siempre sonríen y creen, ellos saben quiénes son).
Imágenes Gemini









































