
La Galerna
·17 de junho de 2025
Franco

In partnership with
Yahoo sportsLa Galerna
·17 de junho de 2025
El Madrid ha fichado a un centrocampista argentino que se llama Franco. Franco Mastantuono, diecisiete años, cantera de River Plate. Lo gracioso, la verdad, es el nombre, que da juego a muchos chistes: vuelve Franco, el Madrid recupera a Franco, Franco aterriza en el Bernabéu. Hay quien se ha imaginado ya al estadio entero, enfervorecido, gritando a una ¡Franco, Franco, Franco! El club, que es muy suyo para estas cosas, se ha curado en salud por si las moscas: en toda la cartelería gráfica que se ha usado para anunciar el traspaso, se hace hincapié en el apellido, Mastantuono, inequívocamente italiano. Pero ¿acaso no nos brinda este muchacho, cuyo fútbol por otra parte desconozco por completo, una oportunidad preciosa de reírnos un poco del antimadridismo?
Franco, Franco Mastantuono, sin él saberlo ni tener arte ni parte en un asunto tan viejo, nos abre la puerta a desarmar por fin el mito ancestral, ¡fundacional!, del antimadridismo sociológico y cultural que hay en España. El humor es la mejor herramienta posible contra la propaganda y la gente en Twitter (X, para los modernos), que tiene un ingenio terrible, ya ha empezado a coger carrerilla: Franco aparece por la derecha y fusila a los rivales, Franco ejecuta al portero de Osasuna, etc.
Hay que reírse. Es lo mejor y lo único que se puede hacer en estos tiempos de oscuridad. Vamos a aprovecharlo.
Franco Mastantuono no llegará hasta agosto. Jugará el Mundial con River. Llega de la gran cantera del Cono Sur. Su fichaje refuerza la apuesta de cambio de modelo, de retorno al centrocampismo clásico: finito il trato di favore al modelo de eneryía. Su probable dupla con Federico Valverde en la media del equipo de Alonso abre las alas de la imaginación, es como un brindis al fútbol sudamericano histórico: Peñarol y River, Buenos Aires y Montevideo, un regreso a los orígenes, al abecé del balompié y justo en mitad del fútbol globalizado y postmoderno. No más negritud francófona, se da un viraje al tango y al toque, al pie duro y a la casta rioplatense. Ecos de Di Stéfano y de Fernando Redondo.
Franco Mastantuono nos abre la puerta a desarmar por fin el mito ancestral, ¡fundacional!, del antimadridismo sociológico y cultural que hay en España. El humor es la mejor herramienta posible contra la propaganda
Pero volviendo a la cuestión nominal, que es al fin y al cabo lo que nos ocupa (al menos, hasta que veamos jugar al hombre y sepamos cómo chanela), Franco nos da la oportunidad, a los madridistas, de enterrar para siempre el supuesto franquismo que, según los que nos odian, está en la base del éxito del Real. ¡Y de hacerlo con guasa! Decía Di Stéfano que se reía cuando escuchaba que ellos ganaban Copas de Europa gracias al general Franco, porque nunca lo vio ni poner un centro ni tampoco rematarlo. El Madrid, ahora sí, podrá cabalgar a lomos de Franco. ¡Que encima, es zurdo!
El Madrid, corporativamente hablando, casi nunca ha abordado de frente esta injuria. O sea, nunca ha hecho contrapropaganda. Pero Franco Mastantuono tiene la edad, prácticamente, de los nuevos madridistas zoomers a los que Franco, el de Cuelgamuros, les es tan cercano como Catalina la Grande. Es decir, que les da igual, les suda la polla, y si por algo lo conocen es por la machacona insistencia de la izquierda sistémica contemporánea. No olvidemos, a pesar de todo, que estamos, en este 2025, en el año de Franco. Todo el delirio en el que vivimos sólo puede ser vivible desde y con el humor. Mastantuono conecta a varias generaciones de madridistas, los tardomillennials y los niños rata, que están haciendo per se, sin complejos y sin pedirle permiso a nadie, su propio relato de las cosas, en el que la sátira, el cinismo cyberpunk y el tecnonihilismo barren del mapa la gazmoñería de sus abuelos, padres y tíos, tan preocupados de cuestiones que se las está llevando ante sus ojos el viento de la Historia.
Toda esa chavalería que enerva y encrespa las almas bellas de sus profesores en los institutos tiene, ahora, con Franco, con el Franco madridista, el argumento perfecto para seguir demoliendo los cimientos de una kultur terminal: el meme puede alcanzar cotas de verdadero arte, y más teniendo en cuenta la brillantez connatural de los argentinos para la chacota, el sarcasmo y la parodia. Mastantuono nos permite entroncar con esa subcultura internetera del insulto, que está elevando el idioma español, que está ensanchando sus límites etimológicos y lexicosemánticos, hasta niveles realmente eximios; esa forma de contestación, al margen del mainstream mediático, que pronto, en dos generaciones, será absolutamente dominante. Toda esa muchachada pasará por encima de lo culturalmente establecido, y más pronto que tarde. De hecho, ya lo está haciendo.
¡Subámonos a la ola! ¡Montemos en nuestro propio Dragon Rapide! Hagamos de Franco nuestro propio agitprop, dicho en términos marxistas.
A estas alturas de la película, quien sigue sosteniendo embustes acerca del pasado es, sencillamente, una mala persona. Así pues, cuando la verdad no importa, el humor y la comedia pueden llegar mucho más lejos que los factos. Al menos, nos hace más pasable esta vida perra.
Getty Images