Un 10 Puro
·14 de dezembro de 2025
Tres puntos que alivian, pero no curan

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VITORIA-GASTEIZ, SPAIN - DECEMBER 14: Rodrygo of Real Madrid celebrates scoring his team's second goal with teammate Vinicius Junior during the LaLiga EA Sports match between Deportivo Alaves and Real Madrid CF at Estadio de Mendizorroza on December 14, 2025 in Vitoria-Gasteiz, Spain. (Photo by Juan Manuel Serrano Arce/Getty Images)Getty Images
El Real Madrid salió de Vitoria con tres puntos y una sensación conocida: la de un equipo que sigue sin estar bien, pero que al menos ya no está al borde del abismo. Ganó por empuje, por talento puntual y por pura necesidad. Y eso, en el contexto actual, tiene valor.
El escenario no admitía adornos. Dos derrotas seguidas, una enfermería llena, sanciones, un entrenador señalado y un rival que en Mendizorroza siempre exige peaje. Xabi Alonso presentó un once condicionado por las bajas, aunque lo suficientemente potente como para no esconderse tras ellas. El mensaje era claro: competir y sobrevivir.
Durante un tramo inicial, el Madrid respondió. Movió la pelota con más orden que en jornadas recientes, Valverde volvió a multiplicarse desde el lateral y Mbappé encontró espacios para amenazar. El Alavés, bien plantado y solidario, aguardaba sin perder la compostura, consciente de que el partido no se decidiría tan pronto.
El primer golpe lo dio quien suele darlo. Mbappé atacó el espacio con la naturalidad del que domina ese arte y resolvió con la velocidad que hace inútil cualquier intento de corrección defensiva. Gol y ventaja. Lo que vino después volvió a ser un problema.
Lejos de ganar confianza, el Madrid se fue apagando. Bajó el ritmo, perdió tensión y permitió que el Alavés creciera con balón y con fe. Antonio Blanco lideró a un equipo local valiente, sin demasiada pólvora arriba pero con la determinación suficiente para incomodar. Courtois sostuvo el resultado con una intervención decisiva antes del descanso. Aviso serio.
Vinicius, mientras tanto, transitaba el partido sin encontrarse. El rol de punta interior lo alejaba de sus mejores virtudes y el brasileño, falto de chispa, no lograba desbordar ni marcar diferencias. El Alavés olía la fragilidad.
Tras el paso por vestuarios, el encuentro entró en una fase espesa. El Madrid no mandaba y el Alavés empujaba sin claridad, hasta que Coudet acertó con los cambios. Carlos Vicente necesitó poco para alterar el guion: control, disparo y empate. El premio a la insistencia y el castigo a la pasividad blanca.
El Madrid quedó tocado. Durante varios minutos, el partido se jugó donde quiso el Alavés. Pudo llegar el segundo. No llegó. Y ahí apareció, por fin, Vinicius. Ya no como referencia en punta, sino abierto, atacando desde fuera hacia dentro. Ganó la espalda, levantó la cabeza y puso un centro preciso, de tres dedos, que Rodrygo convirtió en gol y alivio. Semana de redención para el brasileño. Gol que pesa más de lo que parece.
Xabi Alonso lo celebró con rabia. No era una victoria más. Era un salvavidas. Ajustó por necesidad, cerró filas y resistió hasta el final, no sin polémica. Un penalti claro sobre Vinicius quedó sin señalar por García Verdura y el VAR, detalle que no explica el partido, pero que suma ruido a una semana ya cargada.
El Real Madrid ganó. Compitió con lo que tenía y evitó una herida mayor. Pero la victoria no disimula lo evidente: el equipo sigue sin sostenerse desde el juego. Falta continuidad, falta control y falta una identidad reconocible. Hoy alivió la presión. Mañana deberá demostrar que este triunfo es algo más que una tregua.









































