
La Galerna
·28. September 2025
Lo que más nos preocupa

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·28. September 2025
Buenos días. El Real Madrid fue vapuleado (5-2) por el Atlético de Madrid en el Metropolitano. No habíamos encajado tantos goles de parte del rival capitalino desde la era preDistéfano. El primer gol rojiblanco (1-0) llegó en un remate de cabeza de Le Normand, para practicar el cual agarró descaradamente de la camiseta a Tchouaméni. El gol no debió subir al marcador, pero si el equipo no tiene la sangre suficiente para plantarse en el campo y no sacar de puerta hasta que el VAR revise la jugada, ¿por qué debe La Galerna asumir la pesada carga de denunciarlo?
El Madrid logró remontar temporalmente (1-2) gracias a dos grandes acciones que acabaron en sendos goles de Mbappé y Güler, pero Sorloth empató (2-2) antes del descanso con un gran remate de cabeza, tras el cual se fue a celebrar con la grada. Eso es tarjeta de manual, sin discusión, y habría sido la segunda de Sorloth, pues ya antes se había granjeado una por una peligrosa entrada sobre Courtois. Sin embargo, si el equipo no tiene siquiera el nervio y la rebeldía de exigir esa tarjeta al negreiro de turno (Arberola Rojas), ¿por qué debe exigirla La Galerna?
Con el empate nos fuimos al descanso. Nada más reanudarse el partido, Arberola pitó un penalti en contra del Madrid que podría haberse resuelto con un simple libre indirecto por juego peligroso. No obstante, si los hombres de Xabi no tienen ni siquiera el afán competitivo suficiente como para rodear al árbitro demandando una explicación, ¿por qué deberíamos demandarla nosotros?
El Madrid jugó rematadamente mal y fue seria, dolorosamente vapuleado. Peor que eso, no obstante, es la falta de brío, de tensión, revelada en la mansedumbre ante las jugadas polémicas pero en otras muchas cosas también: la ausencia de concentración en los balones aéreos, la sensación bastante genuina de que no se hablan unos a otros en el campo, la ingenuidad en un ambiente de colmillos retorcidos.
Esta falta de nervio, por supuesto, está ligada íntimamente a un defecto menos doloso, pero igualmente preocupante: la bisoñez. Tenemos un equipo enormemente talentoso, pero tan joven que peca de una inocencia digna de ursulinas en clausura. Este problema, ya detectado anteriormente, pero nunca con tanta crudeza como ayer, produce espeluzno, y podría resolverse con algo que por naturaleza escasea en los alrededores de Concha Espina: paciencia.
Estas dos primas hermanas (inexperiencia y laxitud) son las que nos traen por la calle de la amargura en esta mañana aciaga, más aún que el mal juego, porque el equipo tiene talento y sabrá volver a jugar bien. Pero hay rivales mucho más potentes que el Atleti en el horizonte. Si no aprendemos a marchas forzadas a jugar ese “otro fútbol”, el que distingue a los astutos con determinación de los floridos especuladores, nos van a destrozar como nos destrozaron ayer los del Cholo.
Ah, se nos olvidaba. Estábamos aquí por las portadas.
Ya está, ya las habéis visto. ¿Se puede pasar el día con cierta normalidad después de haberlas visto? Sí, se puede. Joden infinitamente, pero poderse se puede. Con lo que cuenta más vivir es con la sensación de que nuestro equipo no compitió, como Xabi reconoció en la rueda de prensa, y no compitió porque no tiene ninguna malicia ni solvencia, y porque jugó muy mal, y porque no tuvo alma, y porque el propio Xabi desconcertó a todo el mundo dejando a Mastantuono en el banquillo y recuperándolo después… pero para sustituir a Güler, que estaba siendo de lo más llevadero del encuentro.
La decepción es monumental. Hay en el madridismo un fatum que consiste en la asunción no ya de que nos van a ganar, sino de que nos pueden golear rivales directos en las luchas por los títulos, y la impresión de que prevalece ese cruel destino es inaguantable para un alma naturalmente exigente como la blanca.
En el último año, hemos sufrido goleadas denigrantes a manos del equipo cliente de Negreira, del PSG y ahora también del Atlético de Madrid. Solo queda entender la rabia del seguidor blanco, y asumirla como propia.
La Galerna sigue creyendo en este equipo y en este entrenador. Es un proyecto con trazas de ser ganador, aunque sea susceptible de contar con piezas que lo mejorarían. Esto pensábamos ante de este partido, y no hemos dejado de pensarlo. Pero le urge un gran partido ante un rival de gran enjundia a no mucho tardar, para lo cual habrá de limar en tiempo récords deficiencias de juego y sobre todo de carácter que ayer quedaron penosamente al descubierto.
Pasad un buen día.