Un partido fuera de lugar | OneFootball

La UEFA lo ha dicho con todas las letras: “Los partidos de liga deben jugarse en casa”. Aun así, el Villarreal-Barça se va a Miami. “Excepcionalmente” y “a regañadientes”. Es decir, mal.

Lo que debía ser una jornada de Liga se ha convertido en un experimento de mercado. Una maniobra comercial de LaLiga, impulsada por Javier Tebas, para vender el producto en Estados Unidos. Pero esto no es la NBA. Aquí hay historia, afición y factor campo. Aquí cada estadio importa.

La UEFA lo ha explicado mejor que nadie,  jugar fuera de tu país “priva de derechos a los aficionados leales” y “distorsiona la competición”. Exacto. Porque una Liga se construye sobre la igualdad, todos juegan en los mismos campos, con las mismas condiciones. Sacar un partido de su territorio rompe esa simetría. Y, por tanto, adulterar el resultado ya no es una posibilidad, es un hecho.

Encima, el proceso huele a oscuridad. Ni los clubes saben los detalles ni los jugadores entienden qué se gana con esto. Fernando Roig Negueroles lo dejó claro en El Larguero:

“No recibimos absolutamente nada a cambio. Sería injusto con el resto de clubes”.

Entonces, ¿quién gana? Desde luego, no el Villarreal. Tampoco los aficionados, a los que se les ofrece un vuelo gratis como si eso compensara perder su partido en casa.

La AFE pide calma y consulta a los capitanes antes de pronunciarse, pero el descontento es evidente. Y lo peor es la falta de transparencia, nadie sabe cuánto dinero hay en juego, quién lo gestiona ni cómo se reparte.

Nos dicen que es para “internacionalizar la marca LaLiga”. Pero una marca sin su gente no vale nada. El fútbol español no necesita un escenario en Miami para ser grande. Lo que necesita es respeto por sus clubes, sus estadios y su gente.

Se podrá vestir de modernidad, pero esto no es evolución.  Porque el fútbol, no se exporta.

Marta Trabanca